ILO COOP 100 Interview

Entrevista de la OIT al señor Manuel Marino, ex director regional de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) para las Américas, consultor en cooperativas y economía social y presidente de PromoCoop

Establecida en marza de 1920, la Unidad de Cooperativas de la OIT cumple cien años en 2020. En esta oportunidad, la serie de entrevistas con motivo del centenario de ILO COOP hablan colegas de la OIT y socios clave de la Organización que han mantenido una estrecha colaboración con la labor de la OIT en relación con las cooperativas y la economía social y solidaria en el pasado y en el presente. Las personas entrevistadas reflexionan sobre su experiencia y contribuciones del pasado, y comparten sus ideas sobre el futuro de las cooperativas y de la economía social y solidaria en un mundo del trabajo cambiante.

Artículo | 22 de junio de 2020


¿Cómo se interesó e involucró con las cooperativas en un primer momento?

En 1980 fui reclutado por ASDI (Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional) para trabajar en un proyecto de desarrollo rural en la provincia de Quelimanem, Mozambique, en la frontera con Malawi. Mi puesto era de gerente del Departamento Comercial de Agricom, una empresa estatal responsable del desarrollo rural. Luego de cuatro años regresé a Suecia y trabajé durante tres meses escribiendo un documento sobre el desarrollo rural en Mozambique.

¿Cuál fue la naturaleza de su trabajo en el Centro Cooperativo Sueco (We Effect)?

Colaboré con el Centro Cooperativo Sueco (SCC, actual We Effect) en su trabajo inicial en Nicaragua y en Costa Rica. Luego, el propio SCC (We Effect) me empleó en proyectos en Kenia y Zimbabue y para desarrollar una cartera de trabajo cooperativo en Centroamérica –primero en Nicaragua y Costa Rica, luego en Guatemala, El Salvador y Honduras– y, más adelante, en Uruguay y Paraguay.

De 1984 a 1996 trabajé en la sede de We Effect en Estocolmo como oficial de proyectos para Kenia, Zimbabue, Nicaragua y Costa Rica. Durante este periodo mi trabajo consistió mayormente en: hacer seguimiento y monitoreo (con visitas de campo periódicas) a los proyectos en estos países; fortalecer la colaboración con las organizaciones cooperativas en Suecia (incluyendo asociaciones empresariales); visibilizar el trabajo de We Effect en estos países, con el objetivo de comprometer a miembros de cooperativas suecas y al público en general con la cooperación para el desarrollo; expandir el trabajo de la organización en otros países; y mejorar la relación con organizaciones internacionales (Unión Europea, OIT, FAO, Banco Mundial, FIDA, ACI).

En 1996 el Consejo de Administración decidió establecer una oficina regional en Costa Rica y fui nombrado director regional para Latinoamérica. Las prioridades de esta oficina regional eran: fortalecer las relaciones con las autoridades nacionales y con las organizaciones internacionales que trabajaban en la región; elaborar planes estratégicos para el desarrollo cooperativo en Centroamérica, Uruguay y Paraguay; establecer oficinas locales en cada país y contratar personal; dar seguimiento, monitorear y evaluar los proyectos regionales; dar cuentas a la ASDI y a We Effect. Estuve en este cargo hasta 2001.

Usted fue director regional para las Américas de la Alianza Cooperativa Internacional desde 2001 hasta 2017. ¿Cuáles fueron los temas clave de cara al movimiento cooperativo durante esa época?

El movimiento cooperativo estuvo enfrentando varios temas clave en este tiempo; muchos de ellos todavía se mantienen. Uno de los principales desafíos era –y continúa siendo— el tema de la integración cooperativa. Esto resulta muy importante para fortalecer la capacidad de influir sobre las políticas públicas relacionadas a las cooperativas. Otros temas clave fueron: desarrollar nuevas herramientas de orientación y capacitación (por ejemplo, Balance social, Prácticas de buena gobernanza; Incidencia en políticas públicas, etc.); fortalecer las relaciones con autoridades nacionales (Gobiernos, instituciones para el desarrollo cooperativo, parlamentos nacionales y regionales, etc.) y con organizaciones internacionales (OIT, FAO, BID, OEA, BCIE, UE, etc.); visibilizar el trabajo de las cooperativas; mejorar las relaciones con otros actores de la economía social y solidaria; establecer nuevos contactos; fortalecer el capital social (un gran problema para muchas cooperativas); y mejorar la orientación y capacitación del personal y los miembros.

¿Cuál cree usted que es el valor añadido de la Organización Internacional del Trabajo respecto al movimiento cooperativo?

Para el movimiento cooperativo, trabajar con la OIT en el campo de las cooperativas significa haber contado con la alianza de una organización de gran importancia y relevancia internacional. Un ejemplo de este valor añadido es la Recomendación 193 de la OIT sobre la promoción de las cooperativas (2002), en la que, por primera vez, una norma internacional de una agencia especializada de Naciones Unidas incluye un documento de una agencia no gubernamental internacional: la declaración de la ACI sobre identidad cooperativa. La OIT ha publicado una cantidad de material sobre capacitación y formación que ha sido usado por las cooperativas –tales como Matcom y My.Coop– para la capacitación de su personal y sus miembros en todo el mundo.

Durante mi época como director regional de ICA Américas tuvimos una muy fructífera colaboración con la Unidad de Cooperativas de la OIT en Ginebra, con la Oficina Regional de la OIT para las Américas en Lima y con la Oficina de Proyectos de la OIT en Bolivia. Se realizaron estudios comparativos sobre legislación y fiscalidad para todos los países de América Latina y el Caribe con el apoyo técnico y financiero de la OIT, además del marco legislativo para cooperativas en América Latina. También se elaboraron estudios sobre el movimiento cooperativo en Latinoamérica en general, y específicamente en Paraguay, Bolivia, Perú y Guatemala.

¿Qué pueden hacer las cooperativas frente al cambiante mundo del trabajo y a los riesgos emergentes, tales como pandemias y el cambio climático?

Las cooperativas han mostrado una fuerte resiliencia durante y después de la crisis económico-financiera de 2008-2009; seguramente también serán capaces de enfrentar estos nuevos desafíos: cambios en la manera de trabajar y riesgos emergentes de la pandemia de la Covid 19 y del cambio climático.

Con este objetivo, deben: fortalecer las relaciones con sus miembros; involucrarlos más en procesos de toma de decisiones; desarrollar plataformas cooperativas en las que los propietarios de las plataformas sean los miembros; establecer y fortalecer la colaboración entre cooperativas de productores y de consumidores; fomentar el compromiso de jóvenes y mujeres con las cooperativas creando cooperativas de jóvenes y de mujeres, e involucrar a más mujeres y jóvenes en las cooperativas (son cosas distintas); desarrollar productos y servicios que los miembros realmente necesiten y que les sean útiles (sin intentar imitar a la competencia); trabajar para cambiar los actuales patrones de consumo por un consumo sostenible; hacer fuertes inversiones en tecnología al servicio de sus miembros; poner en práctica el sexto principio cooperativo (cooperación entre cooperativas) donde las cooperativas del amplio sector financiero (banca, seguros) promuevan y apoyen el desarrollo de cooperativas en sectores emergentes, y entre nuevas cooperativas con recursos limitados.