El reto mundial del trabajo infantil: Alcanzar el objetivo

La campaña mundial contra el trabajo infantil, especialmente en sus peores formas, se encuentra en una encrucijada. Se ha pasado de una optimista previsión formulada hace tan sólo cuatro años sobre la proximidad del fin del trabajo infantil, al más reciente informe de la OIT, en el que se arrojan dudas respecto a la posibilidad de que la meta pueda alcanzarse en el año objetivo de 2016. El Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil y la comunidad internacional han decidido ahora renovar tal empeño. En una conferencia internacional celebrada el 10 y 11 de mayo y organizada por el Gobierno de los Países Bajos se adoptó una nueva “hoja de ruta” dirigida a alcanzar los objetivos fijados en 2006. Constance Thomas, Directora del IPEC, examina los logros alcanzados y los retos pendientes en la lucha contra el trabajo infantil.

GINEBRA – En 2006, en el segundo Informe Global de la OIT sobre trabajo infantil dio cuenta del avance significativo en la lucha contra el trabajo infantil. Animada por esta tendencia positiva, la OIT estableció un objetivo visionario: eliminar para 2006 el trabajo infantil en sus peores formas. Cuatro años después, el tercer Informe Global dibuja un panorama diferente: el trabajo infantil sigue disminuyendo, aunque a un ritmo menor. Si los países siguen adelante como si tal cosa, el objetivo de 2016 no se alcanzará.

El nuevo informe (Nota 1) dice que se ha producido una reducción del 3% en el trabajo infantil en el período de cuatro años considerado en las estimaciones globales, 215 millones de niños siguen atrapados en el trabajo infantil y una alarmante cifra de 115 millones se expone a trabajos peligrosos.

Hemos visto que la reducción más amplia se ha producido en los niños del grupo de edad comprendido entre 5 y 14 años, en el que el trabajo infantil descendió en un 10%. Hay también menos niños ocupados en trabajos peligrosos, Hay también menos niños ocupados en trabajos peligrosos, un indicador que se utiliza en ocasiones en las peores formas de trabajo infantil. Sin embargo, el trabajo infantil ha estado creciendo entre los niños mientras que se ha reducido entre las niñas. Alarmantemente, se ha producido in incremento en el trabajo infantil en el grupo de edad de 15-17 años. Se trata fundamentalmente de niños que han alcanzado la edad mínima para trabajar pero que lo hacen en condiciones o sectores considerados peligrosos.

El nuevo Informe Global proporciona una inequívoca señal de advertencia y constituye una llamada a la acción. Aunque el ritmo de progreso sencillamente no basta para alcanzar la meta de 2016, no es demasiado tarde para revertir la situación. La erradicación del trabajo infantil es posible y asequible si estamos dispuestos a luchar por ello. La OIT ha estimado que el coste global para eliminar el trabajo infantil se ve más que compensado por los beneficios económicos en una proporción de 6,7 a 1. Las cantidades que habría que gastar son menores que lo que los gobiernos han destinado recientemente para salvar a los bancos comerciales durante la crisis económica actual. Es únicamente una cuestión de ambición y voluntad política.

El informe identifica varios desafíos fundamentales para hacer frente al trabajo infantil: la escala alarmante del problema en África y Asia meridional, la necesidad de una campaña contra el trabajo infantil en la agricultura, y la necesidad de actuar en ocasiones contra las formas “ocultas” de trabajo infantil, que también se encuentran entre las peores formas del mismo. Es hora de que los gobiernos cumplan sus compromisos y aceleren las acciones para luchar contra el trabajo infantil.

Tendencias regionales

Por vez primera, el Informe global de la OIT incluye tendencias regionales. La reducción más significativa del trabajo infantil en la última década tuvo lugar en las Américas, mientras que África sigue siendo la región con el menor progreso. Este continente es asimismo la región con la mayor incidencia de niños que trabajan (uno de cada cuatro).

Otra región que afronta una situación crítica es Asia meridional, donde se dan las mayores cifras absolutas de trabajo infantil, y donde se requiere un mayor compromiso político con la ratificación de los Convenios de la OIT sobre esta materia. Por lo que respecta a la región árabe, aunque no existen estimaciones recientes, anteriores experiencias del IPEC sugieren que el trabajo infantil constituye un problema significativo es algunos países y que, a menudo, se ve agravado por la pobreza, el desempleo generalizado y la escasa calidad de la educación.

Posible repercusión de la crisis mundial económica y social

En 2009, el IPEC publicó un informe en el que advertía de que la crisis podía llevar a un número creciente de menores, y especialmente a niñas, al trabajo infantil. Todavía es demasiado pronto para efectuar una evaluación realista de la situación ya que los efectos de la crisis siguen desarrollándose aún en numerosas regiones del planeta.

No obstante, a juzgar por crisis anteriores, podríamos prever un aumento del trabajo infantil en los países de rentas bajas, sobre todo en los hogares más pobres de aquellos países. Sobre los países de renta media hay datos que indican que la repercusión de la caída del nivel de vida podría verse acompañada por una reducción de las oportunidades de empleo para los menores. Las respuestas de los hogares es probable que dependan de la existencia de redes de seguridad social que funcionen de manera adecuada.

Por lo que se refiere a las posibilidades de alcanzar el objetivo de 2016, ello depende de que las administraciones opten por utilizar la crisis para justificar el recorte de gastos en áreas sociales esenciales como la educación y el compromiso con la ayuda exterior, o por aprovechar la oportunidad y movilizar la voluntad política necesaria para otorgar prioridad a la erradicación del trabajo infantil, como inversión inteligente en el desarrollo futuro.

Se requieren acciones que se refuercen mutuamente en áreas como el acceso a una educación de calidad al menos hasta la edad mínima para el empleo, la creación de una red social de seguridad mediante el fortalecimiento de las políticas y los programas de protección social capaces de ayudar a las familias a mantener a sus hijos en la escuela, hacer frente a la pobreza garantizando que los adultos dispongan de oportunidades de trabajo decente, y ratificar e implementar por los gobiernos los Convenios de la OIT sobre trabajo infantil. Empleadores, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil también tienen un importante papel que desempeñar en este contexto.

Sabemos que, si se adoptan las decisiones correctas en la formulación de políticas, el trabajo infantil puede reducirse. Se han realizado un gran avance en la ratificación de los Convenios. Una década después de la adopción del Convenio núm. 182, nos acercamos a conseguir su ratificación universal: sólo 12 de los 183 Estados miembros de la OIT no lo han ratificado aún. Al mismo tiempo, el Convenio núm. 138 sobre la edad mínima de admisión al empleo ha sido ratificado por unos 155 Estados miembros. No obstante, a pesar de lo impresionante de este panorama global, un tercio de los niños del mundo sigue viviendo en países que no han ratificado estos Convenios fundamentales de la OIT. Por otra parte, muchos países no consolidan su compromiso tras la ratificación de tales Convenios con acciones prácticas para su implementación.

El liderazgo en la OIT en la lucha contra el trabajo infantil es fundamental

El liderazgo de la OIT en el mantenimiento del impulso para erradicar el trabajo infantil resulta esencial. La situación exige la revitalización de la campaña mundial contra este trabajo. La OIT tripartita, que reúne a gobiernos, empleadores y trabajadores, ha de ser el actor principal y un firme defensor de este movimiento a escala global. Debemos ampliar y reforzar las coaliciones. Sobre la base del Programa de Trabajo Decente de la OIT, el IPEC debe seguir prestando su apoyo a nuestros mandantes para que integren el trabajo infantil en sus agendas nacionales de acción en materia de desarrollo.

Debemos reforzar las acciones y pasar a un nivel superior. La recesión económica no puede convertirse en una excusa para atenuar la ambición y caer en la inacción. Por el contrario, brinda la oportunidad de aplicar medidas de política que funcionen para las personas, la recuperación y el desarrollo sostenible. La solidaridad internacional, incluido el compromiso de recursos, seguirá siendo indispensable para que el Programa Internacional de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil sostenga tales esfuerzos. Pero la OIT no puede hacerlo sola. El nuevo informe acentúa en el valor de las alianzas, como las establecidas entre organismos de las Naciones Unidas y la cooperación Sur-Sur.

La mayor parte del trabajo infantil hunde sus raíces en la pobreza. La manera de abordar el problema es inequívoca. Debemos garantizar que todos los niños tengan la posibilidad de ir a la escuela, necesitamos sistemas de protección social que sostengan a las familias vulnerables -sobre todo en tiempos de crisis- y debemos asegurar que los adultos tengan la oportunidad de obtener un trabajo decente. Estas medidas, combinadas con una efectiva aplicación de las leyes que protegen a los niños, constituyen el camino que hay que seguir.

1 Intensificar la lucha contra el trabajo infantil, Informe del Director General, Conferencia Internacional del Trabajo, 99ª Sesión , Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2010.