77a sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo

Alocución del Sr. Nelson Mandela ante la 77a Conferencia Internacional del Trabajo (1990)

Declaración | Geneva, Switzerland | 8 de junio de 1990
Distinguido señor Presidente,
Señor Director General de la Oficina Internacional del Trabajo,
Honorables delegados y observadores,

Mucho me honra tener esta oportunidad de pronunciar una alocución ante esta augusta asamblea de la Organización que constituye una de las instituciones más representativas del sistema de las Naciones Unidas. Agradezco muy sinceramente la invitación que se me hizo, persuadido de que la inspiró la firmeza de nuestra decisión de luchar hasta el fin por la erradicación del nefasto sistema del apartheid.

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Os traigo los saludos del comité ejecutivo nacional de nuestra organización, el Congreso Nacional Africano. Nuestro presidente, el camarada Oliver Tambo, el conjunto de los miembros del Congreso, el Movimiento democrático popular de nuestro país y todo nuestro pueblo, como en el pasado, aguardamos esperanzados los resultados de las deliberaciones de la Conferencia, persuadidos de que adoptarán ustedes nuevas medidas que nos permitan progresar rápidamente hacia nuestra emancipación. Sin embargo, desde ahora deseo expresar nuestro profundo aprecio a todos ustedes por la lucha que han librado a lo cargo de los años en favor de la liberación de todos los presos políticos sudafricanos. Gracias a esos esfuerzos, hoy puedo hablar ante ustedes y, gracias a sus esfuerzos también, confiamos en que el resto de los presos políticos será liberado en un futuro muy próximo.
 
Permítanme asegurarles que, pese al espesor de los muros de nuestras prisiones, cuantos estuvimos recluidos en Robben Island y en otras cárceles, pudimos escuchar con toda claridad los llamamientos hechos aquí en favor de nuestra liberación. Ese apoyo nos dio coraje e inspiración. Desde el primer día de mi prisión tuve el convencimiento de que llegaría el momento en que el sistema de apartheid no podría mantenernos en cautividad en sus mazmorras. Damos gracias a todos ustedes, que se negaron a olvidarse de nosotros. Les agradecemos también la constancia con que prosiguieron su lucha incansable en nuestro favor. Y queremos testimoniarles nuestra gratitud por su don de humanidad y por su dedicación a la causa de la justicia, pues ambos les impulsaron a rechazar la idea de que viviésemos prisioneros y de que nuestro pueblo pudiera seguir su cautiverio.
 
Hoy está muy claro que no será demasiado largo el camino que queda por recorrer hasta lograr la liberación de nuestro pueblo. Las masas populares presienten que estamos en vísperas de la victoria. Mi propia liberación es interpretada como el signo de que todos nos veremos liberados en breve de esa enorme prisión en que nos encerró el sistema del apartheid. De hecho, estos son tiempos distintos en que todo está cambiando. Recuerdo perfectamente la arrogancia de los gerifaltes del sistema del apartheid cuando asumieron el poder hace cuarenta y dos años, convencidos de que eran los elegidos de Dios. Nada impidió que se dedicaran a perpetrar un crimen contra la humanidad con determinación, brutalidad e impunidad singulares. Progresaban hacia su objetivo como un monstruo devorador de hombres, aplastando todo en su camino, dispuestos siempre a disimular ante el mundo, con palabras hábiles, sus acciones criminales como actos ejemplares de comportamiento civilizado. Como es lógico, al final se transformaron en esclavos de sus propias diosas de la violencia y de la guerra; hasta cuando nos masacraban, encontraron palabras para justificarse y cometieron actos punitivos aun contra los muertos, que acusaban de transgredir las leyes penales. Nadie sabe cuántos han muerto que nunca debieron perder sus vidas. Ni cuántos niños perecieron durante los últimos cuarenta años, simplemente porque el sistema del apartheid les negó alimentos y salud. Nadie puede decirnos cuántos cadáveres yacen en toda el Africa austral, víctimas de la campaña de represión sin merced en Sudáfrica y en Namibia y de agresión y de desestabilización en el resto de la región.
 
Hoy, quienes se han impuesto como nuestros gobernantes reconocen abiertamente que ha fracasado el plan que heredaron. Nos dicen que el dominio de la minoría blanca debe llegar a su fin. Que el sistema de apartheid no puede sostenerse por más tiempo. Que han debido liberar a quienes habían encarcelado. Que quienes tuvieron que sufrir el exilio volverán a su patria. Que hombres y mujeres condenados a una virtual esclavitud podrán ser los dueños de su propio destino. Pero esto no elimina la tragedia: quienes murieron como consecuencia del sistema del apartheid, no resucitarán.

Hoy podemos hablar con esperanza de la posibilidad de poner fin al sistema de apartheid. Esta nueva perspectiva constituye un homenaje a los millones de seres de nuestro pueblo que se negaron a doblegarse ante la tiranía, que no han temido a la muerte y que rechazaron ser esclavos. Gracias a su coraje y a su heroísmo, el sistema del apartheid se está desmoronando. A ello contribuyeron también, con valor y heroísmo, los pueblos de Africa austral en su conjunto, que no solamente lucharon por su propia emancipación, sino que también se negaron a dejarse aterrorizar y a aceptar que se perpetuara el sistema del apartheid. La historia recordará, seguramente, que ha habido muy pocos otros problemas que hayan unido a la humanidad con tanta firmeza como la oposición de las naciones contra el apartheid, crimen de lesa humanidad. La comunidad internacional expresó su repugnancia frente a este crimen y apoyó nuestra lucha, inclinando la balanza en forma que ha permitido llegar a este momento de esperanza y confianza. A este respecto, quisiera rendir homenaje a la OIT por su enorme contribución a nuestra lucha común. Las medidas que adoptó la OIT y que provocaron la retirada de Sudáfrica de la OIT, hace veinticinco años, y todo lo que hizo la Organización desde entonces, han sido elementos muy importantes en el esfuerzo común de toda la humanidad para aislar y, por ende, destruir el sistema del apartheid.

¿En qué punto nos encontramos hoy? Parece que la situación actual permitirá que nuestro pueblo, por conducto de sus representantes políticos, inicie negociaciones con miras a la transformación de Sudáfrica en un país unido, democrático y sin distinciones de índole racial. Pero para que esto ocurra todavía falta crear un clima favorable a esas negociaciones. Como ustedes saben, por iniciativa del Congreso Nacional Africano, a comienzas de mayo nos reunimos con el Presidente de Klerk y con sus colegas en Ciudad del Cabo. La finalidad de esa reunión fue ocuparnos de cómo eliminar los obstáculos que aún impiden la iniciación de las negociaciones Al final de la reunión pudimos anunciar, con gran satisfacción, que se había llegado a un acuerdo sobre la eliminación de todos los obstáculos que habíamos identificado, y que el resto del mundo también había reconocido como trabas que había que superar .
 
Nos alienta saber que, en el día de ayer, el Presidente de Klerk anunció la supresión del estado de urgencia en la mayor parte del país, así como la liberación de otro grupo de presos políticos. Estas medidas se cuentan entre aquellas que se acordó aplicar hace un mes. Por supuesto, habrá que hacer mucho más aún para lograr que se apliquen debidamente dichos acuerdos en su totalidad. Confiamos en que así se hará, con carácter urgente. Tal como convinimos en Ciudad del Cabo, seguiremos insistiendo a fin de lograr esos resultados. Por lo tanto, confiamos en que esta Conferencia persistirá en su exigencia de que sean liberados todos los presos políticos, de que se ponga fin a los juicios políticos, de que los exiliados puedan volver a su patria, de que se abrogue toda la legislación represora y de que se elimine la vigencia del estado de excepción en su totalidad Insistimos en estos puntos sin poner en duda la buena fe de los dirigentes del Gobierno sudafricano. En efecto, ya hemos dicho en el pasado, y creemos que es cierto, que el Presidente de Klerk y sus colegas son hombres y mujeres de probada integridad. Aceptamos que actuaban de buena fe cuando prometieron cumplir lo que habían acordado, pero hasta que todo lo que convinimos se haya materializado no podemos permitirnos el lujo de bajar la guardia simplemente por creer que esas promesas se convertir án en hechos.

A este respecto, debo manifestar aquí que no todos, en nuestro país, han aceptado que la vía de la negociación es el mejor camino para resolver nuestros problemas. Hay muchas personas, entre nuestros compatriotas blancos, que están decididos a oponerse a los cambios, hasta con las armas. Las continuas violencias de la policía contra gente inerme muestran la punta del iceberg; es indudable que persisten los peligros a que estamos expuestos quienes nos enfrentamos a cuantos desean preservar los privilegios de que gozan los blancos. Cabe señalar, porque es procedente en este sentido, que nos preocupa las insensatas matanzas en la provincia del Natal. Hemos dicho claramente al Gobierno que debe asumir sus responsabilidades y poner fin a la violencia que allí se produce. Por nuestra parte, seguiremos haciendo cuanto esté en nuestras manos para resolver este problema por medios pacíficos, sean cuales fueren los obstáculos que se erijan en nuestro camino. Deseo aprovechar esta oportunidad para instar a ustedes a apoyar la campaña internacional iniciada por nuestro movimiento democrático, a denunciar esa situación de violencia y a generar la presión necesaria que obligue al Gobierno sudafricano a poner fin a las matanzas de mi pueblo. Deben ustedes saber que en esta sala se encuentran representantes de nuestra principal federación sindical, el CBSATU, que han venido aquí precisamente para ocuparse de la cuestión de la violencia en Natal. Una vez eliminados los obstáculos que impiden la negociación será posible reunir a todos los representantes de las fuerzas políticas de mi país para lograr un acuerdo sobre todas las medidas necesarias para Ilegar a la elaboración y la adopción de una constitución democrática.

A este respecto quisiéramos informarles de que, más que nunca, el Congreso Nacional Africano está decidido a garantizar la unidad más estrecha de cuantos en nuestro país se oponen al apartheid y están en favor de una transformación verdaderamente democratica. Estamos persuadidos de que estas fuerzas deben actuar de consuno en interés de un rápido progreso hacia la creación de una democracia no racista.

En esta perspectiva democrática lo esencial es lograr que se acepte el principio de un voto por persona con base en un empadronamiento general, elaborado sin criterio racial. Creemos que esto es fundamental para cualquier sistema democrático. Sin embargo, también somos conscientes de que muchos de nuestros compatriotas blancos temen el cambio. Pero también sabemos que no podrá Ilegarse jamás a ninguna solución estable y justa en caso de que el nuevo sistema político siguiera defendiendo los privilegios de los blancos sólo porque la minoría blanca teme perder su posición privilegiada.
 
Nuestra postura es muy clara: todo ciudadano sudafricano debe tener derecho a hablar su idioma y a defender sus creencias y su religión. También mantenemos la opinión de que la nueva constitución democrática debe incluir una ley sobre derechos humanos, que sea supervisada y seguida por un organismo judicial independiente. Creemos que medidas de este tipo, así como otras, incluida la creación de un sistema democrático de gobiernos regionales y locales bastará para garantizar los derechos democráticos de todos nuestros compatriotas, sin discriminación alguna basada en la raza, el color, el sexo o la religión.
 
Es también evidente que deberán tomarse medidas muy estrictas para conseguir que nuestra economía beneficie a todo nuestro pueblo, porque, como todos saben, millones de compatriotas nuestos están condenados a la miseria y a las privaciones, carecen de alimentos, alojamiento, vestido, educación y empleo, y no tienen acceso tampoco a los servicios sanitarios. Al mismo tiempo, otros llevan una vida muy placentera. No tratamos de empobrecer a nadie, pero tenemos que ocuparnos de los problemas de los más desfavorecidos, y con el mayor vigor. En este contexto la nueva Sudáfrica habrá de ratificar los convenios que la OIT ha adoptado a lo largo de decenios, a fin de garantizar que las finalidades humanas perseguidas con la promulgación de tales convenios también se cumplan en nuestro país.
 
Muy brevemente hemos tratado de indicar algunas de nuestras ideas acerca de lo que pretendemos lograr en nuestro país. Lo que hemos dicho acerca del sistema económico y político, a nuestras ideas sobre ese sistema, es algo que todavía pertenece al futuro. La realidad actual es que el sistema de apartheid, sus elementos principales, aún se mantiene. Todavía estamos dominados por un gobierno de minoría blanca. Millones de compatriotas nuestros están aún concentrados en bantustanes y en otras zonas para grupos étnicos. En otras palabras, todavía no han tenido lugar cambios fundamentales. Por lo tanto, la lucha debe proseguir. A este respecto queremos destacar que estamos firmemente convencidos de que deben mantenerse las sanciones, que se impusieron como una medida pacífica para acabar con el apartheid. Dado que el apartheid no ha sido eliminado aún, es totalmente lógico que sigamos sirviéndonos de este arma, de este medio de presión.
 
Como ya hemos indicado, somos muy conscientes, por supuesto, de la necesidad de desarrollar la economía sudafricana, a fin de que pueda satisfacer las necesidades de todo nuestro pueblo. Esto requerirá una intervención internacional masiva, para poder progresar a un ritmo que esté en consonancia con la urgencia de las necesidades de nuestro pueblo; es urgente, pues, progresar rápidamente en la eliminación del sistema de apartheid, para que desaparezca la necesidad de las sanciones.

En diciembre último, en el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se decidió unánimemente que no se eliminaran las sanciones hasta que no se hubiesen producido cambios profundos e irreversibles que transformen a Sudáfrica en una democracia no racista. Hasta ahora todavía no se han producido esas transformaciones. Por lo tanto, es importante que la comunidad internacional mantenga su postura en lo que se refiere a las sanciones. Pero, evidentemente tenemos que empezar a considerar el futuro. Sudáfrica se liberará. La paz, reinará en nuestra región pese a la terca resistencia de algunos elementos que se oponen a las iniciativas de paz de los Gobiernos de Angola y de Mozambique. Cuando hayamos eliminado estos vestigios de un pasado cruel e inhumano, habrá llegado el momento de atender a la reconstrucción de nuestro país y de nuestra región a fin de poder satisfacer las necesidades materiales y espirituales de nuestro pueblo.

Hace ya muchos años, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la decisión de que tenía una responsabilidad especial para con el pueblo sudafricano, y adoptó esa postura porque reconoció la forma única en que la plaga del racismo se estableció en nuestro país. Al asumir esa responsabilidad especial expresaba la opinión de que la eliminación del sistema de apartheid, de la arrogancia y de la supremacía racial constituía algo crucial para la eliminación del racismo en todo el mundo. Creemos que incluso después de que se produzcan las transformaciones políticas que todos deseamos, se mantendrá esa responsabilidad especial de la comunidad internacional. Esto es así, por que será necesario reparar los daños causados por el apartheid, tanto en Sudáfrica como en el resto del Africa austral. Será importante conseguir que en Sudáfrica, al igual que en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial se establezcan unas instituciones democráticas a fin de que no vuelva a levantar cabeza la tiranía racista.

Vamos a seguir necesitando y solicitando el continuo apoyo político y material de todos, respecto de todas estas cuestiones y para seguir luchando. Estamos seguros de que la OIT no nos abandonará. Digo esto, porque ya han establecido ustedes una tradición de asistencia y de cooperación con nosotros, y estamos seguros de que se proseguirá. Les estamos muy reconocidos por la asistencia que nos han facilitado en lo que respecta a la formación de nuestros sindicalistas y de parte de nuestro personal. Queremos darles las gracias también por la ayuda que han facilitado a nuestro movimiento sindical democrático, lo que le ha permitido llegar a un acuerdo con los empleadores sudafricanos, a fin de modificar la represiva ley de relaciones de trabajo. Ahora esperamos que el Gobierno actúe para que este acuerdo, tan importante, se concrete en una nueva legislación.

Queremos establecer una estrecha cooperación con todos los países, a fin de que la Sudáfrica liberada llegue a constituir una fuerza de paz, de amistad y de progreso social en el mundo. Creemos que nuestros compatriotas, cualquiera que sea su color, con sus cualidades y capacidades, pueden aportar una contribución muy importante para el logro de este objetivo universal. Esto, una vez más, destaca la urgencia con la que tenemos que trabajar a fin de liberarnos para siempre del sistema de apartheid, porque de otro modo no podremos participar debidamente en esa acción de cooperación internacional.

Les expreso a todos mi agradecimiento por habernos recibido aquí, con tanto calor humano y por habernos escuchado con tan amable atención. Recorramos juntos los últimos pasos. Hagamos todos juntos que sea una realidad la visión gloriosa de una Sudáfrica libre del racismo, libre de antagonismos raciales entre nuestros pueblos, de una Sudáfrica que deje de ser un peligro para la paz y la vergüenza del mundo. Es indudable que juntos lograremos la victoria.