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El COVID-19 pone en evidencia por qué necesitamos el multilateralismo más que nunca

La pandemia del COVID-19 pone de nuevo de manifiesto la importancia de un enfoque multilateral hacia el desarrollo sostenible, así como la importancia de combinar las prioridades sociales, económicas y medioambientales. Además, ha confirmado la realidad de la interconectividad entre las diferentes economías nacionales.

Opinión | 8 de mayo de 2020
Maria-Helena André, Directora, Oficina de Actividades para los Trabajadores de la OIT
Es la naturaleza de las crisis revelar nuevas fallas en un sistema o ampliar las existentes. La pandemia del COVID-19 no es una excepción y, a medida que se ha propagado, algunos países han preferido buscar soluciones dentro de sus fronteras. Esto no es sólo consecuencia de ciertos grupos que explotan oportunidades políticas internas. Debemos asumir que el descontento general hacia el sistema multilateral puede haber desempeñado un papel en la idea de que los objetivos políticos pueden alcanzarse mejor a través de la acción unilateral en vez que de los esfuerzos colectivos.

La tendencia es especialmente paradójica en el caso del COVID-19, porque el virus por su propia naturaleza no conoce fronteras geográficas ni reconoce la soberanía nacional. Sin embargo, el virus es extraordinariamente eficiente en revelar la debilidad intrínseca del sistema económico y social de cada país y su capacidad para responder. Además, cuestiona la capacidad de los distintos organismos multilaterales, así como el poder colectivo del sistema multilateral de reunirse y actuar unidos cuando están bajo presión.

El COVID-19 debe – y puede – recordarnos por qué las instituciones internacionales, como la OIT, fueron creadas. La relevancia particular de la OIT es evidente en los principios expresados en la Declaración del centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo, adoptada en 2019, cien años después de la fundación de la Organización. El preámbulo afirma que “la pobreza, la desigualdad y la injusticia, así como los conflictos, los desastres y otras emergencias humanitarias, que persisten en muchas partes del mundo constituyen una amenaza para los avances alcanzados y para el logro de la prosperidad compartida y el trabajo decente para todos”.

La Declaración invita a intensificar la participación y cooperación en el sistema multilateral a fin de reforzar la coherencia de las políticas. Reafirma que el trabajo decente es fundamental para el desarrollo sostenible, incluso para reducir la desigualdad de ingresos y acabar con la pobreza, prestando especial atención a las zonas afectadas por conflictos, desastres y otras emergencias humanitarias.

© OIT
Es importante destacar que además nos recuerda que, “la no adopción por un país de condiciones de trabajo humanas constituiría más que nunca un obstáculo al progreso en todos los demás países”. Esla lección sobre la futilidad del aislacionismo ha sido reiterada rotundamente por el COVID-19.

Desde una perspectiva más amplia, el virus también ha revitalizado el imperativo pragmático de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. La pandemia confirma que todos los ODS son importantes a fin de acelerar el progreso para las personas y el planeta, pero el COVID-19 es especialmente pertinente para algunos:
  • Objetivo 3: Salud y bienestar, incluidas inversiones en el acceso universal a servicios médicos de calidad.
  • Objetivo 6: Agua limpia y saneamiento para todos.
  • Objetivo 4: Educación pública inclusiva y de calidad con infraestructura adecuada, incluidos el reciclaje profesional, la recapacitación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
  • Objetivo 8: Trabajo decente y crecimiento económico, incluidos los derechos de los trabajadores, las medidas adecuadas de salud y seguridad en el trabajo, el diálogo social sólido e inclusivo, los sistemas de protección social, salarios decentes, etc.
La pandemia del COVID-19 pone de nuevo de manifiesto la importancia de un enfoque multilateral hacia el desarrollo sostenible, así como la importancia de combinar las prioridades sociales, económicas y medioambientales. Además, ha confirmado la realidad de la interconectividad entre las diferentes economías nacionales – independientemente de si las ideologías políticas específicas deciden reconocerlo – y que las acciones nacionales no coordinadas no serán eficaces para minimizar el impacto del virus o erradicarlo del todo.

Es posible que los componentes más inmediatos y graves de esta crisis terminen pronto, pero sus consecuencias para las personas, las economías y nuestro planeta, nos acompañarán por mucho tiempo. Será necesaria una reconstrucción estratégica del sistema socioeconómico, lo cual incluye restaurar la confianza de los ciudadanos – en particular de los más vulnerables – en la capacidad de estas estructuras de ofrecer resultados. En otras palabras, “de reconstruir mejor”. No obstante, esto sólo será posible con un enfoque multilateral basado en los principios de justicia social y solidaridad ¡que no dejen a nadie atrás!

Por Maria-Helena André, Directora, Oficina de Actividades para los Trabajadores de la OIT (ACTRAV)