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Nivel educativo alto y bajo nivel de participación laboral entre las mujeres

FIDA y OIT abordan paradoja de género en Oriente Medio y África del Norte

El tema fue analizado en un foro sobre políticas promovido por un proyecto financiado con una subvención para seguimiento y evaluación género en el Cercano Oriente y África del Norte.

Noticia | 19 de julio de 2017
Mesa redonda de alto nivel sobre “Qué funciona en el empleo de las mujeres”
AMMÁN (OIT Noticias): Los índices de educación femenina en el mundo árabe han aumentado drásticamente, un factor que debería determinar niveles elevados de empleo. Entonces, ¿por qué la participación femenina en la fuerza de trabajo en  no solo es la más baja del mundo, sino que además aumenta lentamente?

Esta fue uno de los temas tratados en un foro sobre políticas dedicado al género y los mercados laborales en el mundo árabe, celebrado el 3 de julio de 2017 en Ammán (Jordania). Entre los participantes en la mesa redonda había funcionarios y expertos del Ministerio de Planificación y Cooperación Internacional de Jordania, y de la OIT, así como de Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) (Agencia Alemana de Cooperación Internacional), la Corporación Jordana para el Desarrollo de las Empresas, y la University of Minnesota.

Este foro formaba parte de un curso ejecutivo sobre evaluación de los programas del mercado laboral gestionado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y se financió con cargo a una subvención regional del FIDA para seguimiento y evaluación en el Cercano Oriente y África del Norte (NENA). La alianza de colaboración entre el FIDA y la OIT, también conocida como la “Iniciativa Taqeem”, se propone reunir evidencia sobre qué elementos “funcionan” para las mujeres y para los jóvenes en las estrategias que han sido efectivas en el mercado laboral rural.

Este curso de cinco días congregó a más de 60 participantes de nueve países de la zona NENA, incluidos Argelia, Egipto, Líbano, Iraq, Jordania, el Territorio Palestino Ocupado (TPO), Túnez, Turquía y Yemen. También participaron cofinanciadores, como el Centro de Desarrollo de la OCDE, la Iniciativa Internacional para la Evaluación del Impacto (3ie), GIZ, y el Foro de Investigación Económica, que aportaron apoyo económico y en especie.

En su discurso inaugural, Haitham Khasawneh, Secretario General interino del Ministerio de Trabajo, subrayó la necesidad de pruebas sobre el impacto de las inversiones en la creación de oportunidades de empleo. También señaló la importancia de respaldar los buenos resultados del mercado laboral en Jordania, y de basarse en las buenas prácticas al formular recomendaciones de política.

La ponencia principal, “el Género y los Mercados de Trabajo en el Mundo Árabe”, estuvo a cargo de Ragui Assaad, profesor de la Escuela de Relaciones Públicas de la Universidad de Minnesota. El Profesor Assaad analizó lo que denominó “la paradoja de la región de MENA”.

“Las jóvenes de las zonas rurales están cada vez más instruidas y deseosas de trabajar en la agricultura tradicional”, puntualizó Assaad. “Pero como la movilidad es escasa y las oportunidades de empleo moderno en los mercados laborales locales son limitadas, se ven cada vez más afectadas por el desempleo, o directamente se retiran de la fuerza de trabajo.”

Assaad se mostró contrario a la idea de que “se trata estrictamente de pautas culturales conservadoras que restringen la oferta de mano de obra”, y expuso la idea de la “reserva sobre las condiciones laborales”, las condiciones mínimas aceptables para una mujer (y para su familia) en términos de trabajo.

“Las mujeres instruidas del mundo árabe desean un aumento de la tasa de empleo de mercado pero el hecho de trabajar está sujeto a la “reserva sobre las condiciones laborales””, explicó el Profesor Assaad. En países como Jordania, Egipto y Túnez, ello equivale a que todo empleo deben ceñirse a las condiciones siguientes: preservar la reputación y la seguridad sexual de la mujer; evitar su contacto con clientes, propietarios y jefes de sexo masculino en lugares no públicos; ser geográficamente accesible y no entrañar un desplazamiento excesivo; y emplazarse en establecimientos fijos y no expuestos los transeúntes. “En general esto remite a lugares de trabajo más grandes y con una nutrida presencia femenina”, dijo Assaad.

Assaad fundamentó su idea en datos primarios reunidos en alrededor de 1.000 entrevistas realizadas en el marco de un reciente estudio de la OIT realizado por Susan Razzaz sobre los problemas del mercado laboral de Jordania. El estudio reproducía el testimonio de un trabajador jordano del sector manufacturero: “Mientras yo viva, nunca permitiré que mi hermana trabaje en  una fábrica. Los empleadores son muy brutos, y creo que serían capaces de gritarle o de acosarla”. Si las condiciones necesarias no se cumplen, muchas mujeres se quedarán en la casa, indicó Assaad.

La seguridad y el acoso aparecían como preocupaciones comunes. Una mujer desempleada dijo: “Estaría dispuesta a trabajar en un hotel, si el puesto fuera en el área de reservas, la recepción, o el servicio de comidas. Por supuesto, no puedo trabajar en tareas de limpieza ni en el servicio de las habitaciones porque habría que trabajar cerca de los dormitorios.” El estudio determinó que otra preocupación se refería a los trayectos largos para llegar al trabajo.

Sin embargo, hay cambios posibles: en una iniciativa financiada por el FIDA y enmarcada en el Proyecto de Gestión de los Recursos Agrícolas (ARMP II) en Jordania se aprovechó la base de conocimientos tradicionales de la región para crear 400 pequeñas empresas de mujeres en la zona meridional del país. Estas empresas se basan en la utilización sostenible de los recursos locales y se centran en la producción de alimentos y de productos lácteos, la producción de encurtidos, y el cultivo de setas.

Las entrevistas con estas pequeñas empresarias revelan su sensación de autonomía gracias a la gestión de empresas pequeñas generadoras de ingresos. Dieron cuenta de un mayor nivel de independencia y una mejora de su situación, además de una participación más efectiva en la toma de decisiones tanto en el ámbito comunitario como en el doméstico.

Conclusiones como éstas indican que para que las intervenciones de política sean eficaces habría que mejorar la configuración de las oportunidades para las mujeres.

Ruba Jaradat, Directora de la Oficina Regional de la OIT para los Estados Árabes, coincide con la idea. En una alocución realizada en su nombre por el Coordinador de la OIT para Jordania, Patrick Daru, Jaradat, señaló que “las mujeres y los hombres tienen que gozar de igualdad de oportunidades en el mundo del trabajo, en especial en el sector agrícola, que representa la fuente de empleo más importante para las mujeres”. “Los objetivos sobre igualdad de género de la Agenda 2030 solo podrán conseguirse mediante un esfuerzo concertado y una alianza única, como la de la OIT y el FIDA en el Cercano Oriente y África del Norte (NENA)”.

Efectivamente, la mesa redonda posterior al discurso principal reconoció tendencias positivas, y recalcó una serie de factores que favorecen el avance de las mujeres hacia una mayor participación en el mercado laboral. Entre estos factores figuran el nivel de instrucción, el matrimonio a una edad más tardía, el acceso a suministros públicos como el agua y el saneamiento, el acceso a tecnologías domésticas, y el acceso a los mercados de bienes y servicios con bajo consumo de tiempo.

La mesa redonda apuntó a otros elementos determinantes para cambiar la situación: incentivar a los empleadores del sector privado para que ofrezcan jornadas de trabajo menos prolongadas, transporte de bajo coste, trabajo a distancia, y oportunidades de trabajo flexible y a tiempo parcial. Asimismo, se señalaron otros cambios importantes que cabría contemplar: derivar el pago de la licencia de maternidad al seguro social; fijar un salario mínimo por hora; establecer sistemas de transporte de mejor calidad para que las mujeres se sientan seguras; y adoptar medidas para ampliar paulatinamente la gama de empleos considerados aceptables para las mujeres en sociedades conservadoras.

Otra prioridad que habría que plantearse es crear un clima más atractivo para que los inversores se interesaran por las zonas rurales remotas, y dotar de atractivo al sector agrícola.

Khalida Bouzar, Directora de la División del FIDA para el Cercano Oriente, África del Norte y Europa apuntó: “Ante el aumento de la población y la creciente demanda de alimentos, es cada vez más necesario invertir en la agricultura y el desarrollo rural. Invertir en la agricultura es entre dos y cuatro veces más eficaz para reducir la pobreza que invertir en cualquier otro sector. Además, el sector agrícola es una abundante fuente de empleo para los jóvenes, en especial para las mujeres. Por lo tanto, la creación de oportunidades de empleo en este sector mejorará la vida de los agricultores pobres, e indirectamente servirá como medio para luchar contra la migración a las ciudades y a otros lugares.”