Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

16.a Reunión Regional de Asia y el Pacífico

¿En qué mundo queremos vivir?

“La Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030 nos ofrece la oportunidad de transformar el futuro del trabajo para que sea inclusivo, decente y equitativo”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder, en una Op-ed publicada mientras cientos de empleadores, empleadores y gobiernos se reúnen en la 16.a Reunión Regional de Asia y el Pacífico.

Opinión | 6 de diciembre de 2016
ILO Director-General at the opening of the 16th Asia and the Pacific Regional Meeting
Nuestro mundo está cambiando a una velocidad sin precedentes. La tecnología, la demografía, el cambio climático y la globalización son grandes tendencias que parecen estar cobrando fuerza, generando incertidumbre y, en algunos casos, miedo.

Pero en Asia, la experiencia del cambio durante los últimos 50 años ha sido generalmente positiva. Ha traído prosperidad, sacando de la pobreza a cientos de millones de personas.

Hoy día, alrededor de la mitad de los trabajadores de la región y sus familias, son considerados como clase media o superior (lo cual significa que gastan más de cinco dólares al día por persona). Gracias a una mejor educación y mayores inversiones, las personas abandonan la agricultura por actividades industriales y servicios de mayor valor. La protección social se está extendiendo. La productividad laboral ha registrado un crecimiento que casi duplica la tasa mundial.

Pero la ola de prosperidad no ha bañado a todos por igual. La desigualdad social y la diferencia de ingresos persisten y, en algunos casos, se ha ampliado particularmente entre los grupos marginados. Uno de cada diez trabajadores de la región aún vive en la pobreza extrema (menos de 1,90 dólares al día). Más de mil millones de personas se encuentran en una situación de empleo vulnerable. Existe una preocupante tendencia de que el empleo formal se ‘informalice’ a través del trabajo a contrato, temporal o a tiempo parcial.

De manera que la cuestión no es el cambio en sí mismo, sino el tipo de cambio. ¿Cómo configuramos estas grandes tendencias mundiales de manera que contribuyan a hacer realidad el futuro que queremos?

Mi respuesta es muy clara. El futuro se debe basar en el concepto de trabajo decente y justicia social.

Colocar el trabajo decente y la justicia social al centro de las decisiones políticas es simplemente un reconocimiento de la evidencia; ninguno de nosotros puede construir un mejor futuro para sí mismo sin incluir a los demás. Como prueba es suficiente leer los titulares de hoy para encontrar situaciones donde la negación de las bases de la justicia social amenaza la paz, la estabilidad y el desarrollo.

La importancia del trabajo decente para el desarrollo inclusivo y sostenible ha sido reconocida a nivel internacional y está reflejada cabalmente en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, en particular en el Objetivo 8.

Debemos encauzar estas grandes tendencias de manera que favorezcan la Agenda de Desarrollo Sostenible, y configuren un futuro del trabajo que ofrezca los máximos beneficios a todas las personas, equitativamente. La pregunta es: ¿Cómo?

En pocos días [6-9 de diciembre 2016] me uniré a cientos de ministros de gobiernos, representantes de organizaciones de trabajadores y de empleadores, académicos y otros para discutir sobre esto en la 16.a Reunión Regional de Asia y el Pacífico de la OIT, en Bali, Indonesia.

Los delegados representan a más de 40 países de Asia, el Pacífico y los Estados Árabes, que equivalen a cerca de 60 por ciento de la fuerza de trabajo del mundo. Este ambicioso foro sólo tiene lugar cada cuatro años, y la diversidad de actores que reúne es única en el sistema internacional, en ningún otro lugar fuera de la OIT empleadores y trabajadores se sientan a negociar en un plano de igualdad con ministros de los gobiernos. Esto otorga a nuestras discusiones una verdadera fuerza de representación para la formulación de políticas.

Los países de este grupo son muy diversos – desde el punto de vista económico, social, político y geográfico – pero mientras se preparan para esta reunión, los invito encarecidamente a concentrarse más en las similitudes de los desafíos que enfrentan. Si estos países unen sus fuerzas para aprovechar estas grandes tendencias, pueden desarrollar un programa de acción coordinado a nivel regional que prepare el camino para una región próspera e inclusiva que ofrezca trabajo decente y justicia social para todos.

Necesitamos un crecimiento económico que sea sostenible e intensivo en empleo, y no sólo estadísticamente impactante. Este tipo de crecimiento sólo puede ser duradero y equitativo si se apoya sobre instituciones del mercado laboral fuertes y pertinentes, las cuales a su vez se basan en los principios y derechos aceptados internacionalmente que sustentan el trabajo de mejor calidad. Debo señalar que la ratificación de los ocho Convenios fundamentales de la OIT es decepcionantemente baja en esta región. Estas normas abarcan las principales cuestiones de derechos humanos relacionadas con el trabajo forzoso, el trabajo infantil, la discriminación y la libertad sindical; no obstante, sólo 14 de los 47 países miembros de la OIT de Asia y el Pacífico se han comprometido a cumplir con todo el conjunto de estas normas.

La región Asia-Pacífico lidera el mundo en tantas áreas, ¿por qué no hacerlo también en las normas laborales?

La promoción de la equidad y la igualdad debe estar en el corazón de los sistemas del mercado laboral, por ejemplo, a través de una legislación eficaz, sistemas de protección social y el uso apropiado de la fijación de salarios y la negociación colectiva.

Debemos reconocer que los derechos de los trabajadores no se extinguen en las fronteras. La migración laboral es una tendencia masiva y en aumento. Las economías de numerosos países de Asia-Pacífico dependen en gran medida de la migración laboral, como países de origen y de destino. Cuando la migración laboral es administrada correctamente permite orientar las competencias y los salarios hacia donde son más necesarios. Puede, y debe, ser una triple ventaja; que beneficie a los migrantes y sus familias, su país de origen y de destino.

Y lo que es crucial, necesitamos un diálogo social eficaz. Nada de esto será posible sin discusiones y negociaciones en la cuales participen todos los actores de la economía real – gobiernos, trabajadores y empleadores – en la formulación de las políticas y en su implementación, y traten sus opiniones con la misma consideración y el mismo respeto.

La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible nos ofrece la oportunidad de transformar el futuro del trabajo para que sea decente, inclusivo y equitativo. Es un desafío enorme, que precisará de gran voluntad política, visión a largo plazo y coordinación sofisticada. Estoy seguro de que los países de esta región aceptarán este reto.