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ASALARIADOS AGRICOLAS: POBRES ENTRE LOS POBRES DEL CAMPO

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Cerca de la mitad de la población activa en la agricultura mundial, estimada en unos 1.100 millones de personas, son trabajadores asalariados. Muchas de estas personas perciben remuneraciones que las ubican en los tramos inferiores de la escala de la pobreza rural, incluso por debajo del nivel mínimo de subsistencia. Sin embargo, en todo el mundo se registra un aumento constante del comercio de productos agropecuarios y de la productividad de la fuerza de trabajo, dice la Oficina Internacional del Trabajo en un informe difundido hoy.

Comunicado de prensa | 23 de septiembre de 1996

GINEBRA (Noticias de la OIT) - Cerca de la mitad de la población activa en la agricultura mundial, estimada en unos 1.100 millones de personas, son trabajadores asalariados. Muchas de estas personas perciben remuneraciones que las ubican en los tramos inferiores de la escala de la pobreza rural, incluso por debajo del nivel mínimo de subsistencia. Sin embargo, en todo el mundo se registra un aumento constante del comercio de productos agropecuarios y de la productividad de la fuerza de trabajo, dice la Oficina Internacional del Trabajo en un informe difundido hoy nota 1 .

En este documento se señala que los asalariados agrícolas, cuya vida laboral está marcada por una pobreza casi generalizada, "suelen tener acceso sobre todo a las formas más ocasionales de empleo, trabajan en condiciones precarias y disfrutan de una protección social mínima o simplemente carecen de ella". Por ejemplo, en muchos países las condiciones de transporte hacia y desde los lugares de trabajo son "inhumanas".Otro de los riesgos profesionales más graves que pesan sobre estos trabajadores es la exposición a los herbicidas y demás productos agroquímicos.

Es significativo el aumento de la proporción de mujeres empleadas en la agricultura, que representan ya entre el 20 y el 30 por ciento de la mano de obra total ocupada en el sector. El trabajo infantil está muy difundido, y en algunos países en desarrollo constituye hasta el 30 por ciento de la fuerza de trabajo agrícola.

El informe Los asalariados agrícolas: Condiciones de empleo y de trabajo fue preparado para una reunión tripartita de representantes de los empleadores, los trabajadores y los Gobiernos, convocada en Ginebra del 23 al 27 de septiembre de 1996 con el objeto de analizar los problemas del sector y estudiar posibles soluciones.

Se indica en el documento que, mientras que el comercio internacional de productos agrícolas creció en alrededor de 3 por ciento durante el pasado decenio, los asalariados agrícolas recibieron una parte ínfima de los beneficios de dicho crecimiento. Un estudio realizado sobre una muestra de 45 países de todas las regiones durante el decenio 1983-1993 muestra que los salarios reales de los trabajadores agrícolas disminuyeron en 18 países y mantuvieron su valor en ocho de ellos. En realidad, las pérdidas de valor real fueron mucho más numerosas que los aumentos: en sólo seis países de los 45 países "se produjeron aumentos en los salarios reales del 30 por ciento o incluso más (Argentina, Colombia, Camerún, Filipinas, Nigeria y Suecia), y en 13 de ellos, disminuciones de más del 30 por ciento". Entre las causas principales de estas variaciones en los salarios reales, la OIT cita "el crecimiento agrícola, la oferta de mano de obra, el empleo no agrícola, los salarios mínimos (cuando se fijan) y los precios de los alimentos".

Según el informe, los asalariados agrícolas suelen gastar más del 70 por ciento de sus ingresos en alimentos. Se estableció que en el 40 por ciento de los países incluidos en la muestra antes citada no existía un salario de subsistencia, definido como el tiempo de trabajo necesario para comprar un kilo del cereal básico más barato en el mercado local. En la práctica, el tiempo de trabajo necesario para comprar un kilo de cereal de primera necesidad oscilaba entre menos de cinco minutos (Suecia) y más de seis horas (República Centroafricana). El tiempo de trabajo medio era de 37 minutos, y correspondía al registrado en la India. En cinco países, casi todos de Africa y Asia, el tiempo de trabajo en cuestión era superior a tres horas.

Otro cálculo, basado en datos de 12 países en desarrollo con un gran población rural, muestra que, a principios de los años noventa, solamente en tres países (Egipto, Marruecos y Pakistán) la pobreza aquejaba a menos del 25 por ciento de dicha población. En cinco países (Brasil, Guatemala, Filipinas, Honduras y Zambia), más del 50 por ciento de los trabajadores rurales vivían en condiciones por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, en todos los casos el nivel de pobreza de los asalariados agrícolas era mayor que el de la población rural en general.

En Filipinas e Indonesia, la pobreza disminuyó tanto entre la población rural en general como entre la mano de obra asalariada agrícola, si bien la mejora de la situación de estos últimos fue menor que la lograda por la población rural en su conjunto. En la mitad de los doce países aludidos en el párrafo anterior se registra una tasa de pobreza entre los asalariados agrícolas superior al 49 por ciento, "de lo cual puede inferirse que, en promedio, de cada dos asalariados agrícolas uno vive en una situación de pobreza".

Además de percibir bajos salarios, los asalariados agrícolas suelen ser subempleados, pues sólo trabajan en promedio 175 días al año, y están, pues, desocupados durante cerca de un tercio del año laboral, con escasos ingresos para subsistir durante dichos períodos de desempleo. Cuando trabajan, las jornadas suelen ser largas, hasta 45 o incluso más horas semanales. El trabajo agrícola es peligroso: la tasa de accidentes, incluidos los que provocan lesiones mortales, es muy superior a la registrada en todos los demás sectores, y las posibilidades de obtener compensaciones son escasas. "Menos de un 20 por ciento de los trabajadores agrícolas están eficazmente protegidos contra una o más de las nueve contingencias consideradas en el Convenio sobre la seguridad social (norma mínima), 1952 (núm. 102) nota 2, subraya el informe.

El envenenamiento por plaguicidas es un peligro especialmente común, y podría causar hasta "el 14 por ciento de todas las lesiones profesionales en el sector agrícola y el 10 por ciento de todos los casos mortales". En varios países, el número de casos mortales registrados en el sector agrícola es más del doble del promedio correspondiente a los demás sectores de actividad, y un gran número de accidentes sobrevienen durante el empleo de productos agroquímicos.

Aunque es muy difícil recopilar datos fiables sobre este factor de riesgo, debido a deficiencias de los sistemas de registro de incidentes, según una encuesta pormenorizada que se llevó a cabo en Costa Rica, los casos de envenenamiento por plaguicidas afectan cada año al 4,5 por ciento de la fuerza de trabajo del sector agrícola. Pero este tipo de accidentes no se producen únicamente en los países en desarrollo. En los Estados Unidos, el Consejo Nacional de Seguridad Laboral ha venido clasificando sistemáticamente las actividades agrícolas "entre las tres ocupaciones más peligrosas" en dicho país, mientras que la Oficina de Protección del Medio Ambiente "calcula que el número de casos agudos de envenenamiento por plaguicidas entre los asalariados agrícolas se sitúa entre 20.000 y 30.000 por año".

El informe pone de relieve las difíciles condiciones de trabajo predominantes en la agricultura, en especial en materia de traslado de los trabajadores hacia y desde los lugares de trabajo, problema cuya gravedad se acentúa dado el carácter migratorio y estacional de muchas de las labores agrícolas: "en muchos países se transporta a los trabajadores agrícolas hasta los lugares de trabajo a gran distancia del lugar donde viven ... Por lo que respecta al transporte, las condiciones son inhumanas cuando se transporta a un gran número de trabajadores apiñados en camiones abiertos y en vehículos que no han sido concebidos para el transporte de seres humanos" .... "Es frecuente que no se respeten las limitaciones relativas al peso de carga ni tampoco las exigencias en materia de seguridad". Ello explica que los accidentes de carretera sean numerosos.

El informe de la OIT hace notar que "el transporte en condiciones más humanas y seguras" podría beneficiar a todos los interesados, y recomienda "la utilización de vehículos mejor equipados", lo que "contribuiría a reducir el estrés y la fatiga de los trabajadores y, en consecuencia, a mejorar la calidad y la productividad de su trabajo". El informe hace hincapié en que hace falta "una legislación más específica en cuanto a la seguridad y los aspectos técnicos del transporte de trabajadores", así como una aplicación más estricta de los acuerdos concertados mediante negociación colectiva en el sector del transporte.

La OIT, que desde su fundación en 1919 viene interesándose por la situación de los trabajadores agrícolas, propone en su informe adoptar una estrategia global organizada en seis puntos. Se trata de utilizar la experiencia adquirida por la Oficina para buscar soluciones a los problemas del sector. Las medidas sugeridas, "si se adoptan en su conjunto, podrían permitir mejorar las perspectivas de empleo, las condiciones de trabajo y los niveles de ingresos de dos quintas partes de la fuerza de trabajo mundial". Las recomendaciones formuladas por la OIT son:

  • impulsar una fuerte expansión del uso intensivo de mano de obra en la agricultura, estimulada por inversiones en obras de infraestructura, a efectos de crear más empleo en este sector y las ramas de actividad afines;
  • fomentar con energía la práctica de negociaciones colectivas más frecuentes y más amplias;
  • desplegar un esfuerzo sostenido en pro de la mejora de las condiciones de trabajo, desde las condiciones de transporte hasta las relativas a la seguridad y la salud en el trabajo, reduciendo drásticamente el empleo de mano de obra infantil;
  • aplicar un plan de garantía del empleo, por ejemplo de 80 a 100 días de empleo por año en la temporada de menor actividad;
  • asegurar el cumplimiento de las normas básicas del trabajo, y
  • ampliar las prestaciones básicas de la seguridad social, de modo que beneficien a los asalariados agrícolas.

En la distribución regional de la población económicamente activa del sector agrícola, la parte correspondiente a Asia es la más importante, pues constituye casi el 80 por ciento del total mundial; a continuación siguen Africa (14,3 por ciento), América Latina (3,6 por ciento) y el resto del mundo (3,7 por ciento). En sólo dos países, China y la India, se encuentra la mayor concentración de mano de obra agrícola del mundo, pues ésta representa más del 60 por ciento del total mundial y 78 por ciento del total de Asia. Nigeria tiene el mayor número de trabajadores agrícolas de Africa, con 17, 5 por ciento del total regional y 2,5 por ciento del total mundial.

Si bien se ha previsto un aumento global de la población económicamente activa en la agricultura durante el próximo decenio, sólo en tres regiones del mundo se registrarán incrementos de la mano de obra hasta el año 2010: Africa subsahariana (47 por ciento), Asia meridional (33 por ciento) y el Oriente Medio/Africa del Norte (14 por ciento). El menor crecimiento de la agricultura en Asia oriental y la consiguiente reducción de la mano de obra ocupada en el sector, particularmente en China, ejercerá una influencia decisiva en la evolución a nivel mundial.

Se estima que los países de Europa oriental y de la ex Unión Soviética experimentarán una reducción sumamente marcada de su mano de obra asalariada agrícola, al disminuir la proporción de la fuerza de trabajo del sector con respecto a la población activa total desde cerca de 18 por ciento en 1990 a más o menos 9 por ciento en 2010. Para el mismo período, dicha proporción se reducirá en Europa a menos de 3 por ciento, y en América del Norte, a apenas algo más de 1 por ciento.

La OIT hace hincapié en el hecho de que contar con una agricultura vigorosa es esencial para el desarrollo económico: "La agricultura es generadora de crecimiento en las etapas iniciales del desarrollo económico... Aunque el sector agrícola termina dando paso a otros sectores de mayor productividad, la transición exitosa a mayores niveles de desarrollo depende mucho de la manera en que se lleva a cabo la transición agrícola." La riqueza generada por un sector agrícola fuerte alimenta un desarrollo industrial igualmente pujante, en particular gracias a los ingresos en divisas y a la redistribución del ingreso nacional mediante la mejora de los salarios y el aumento de las reservas alimentarias, lo que libera a una parte de la fuerza de trabajo agrícola, que se desplaza a la industria.

nota 1
Los asalariados agrícolas: Condiciones de empleo y de trabajo. Informe para el debate de la Reunión tripartita sobre la mejora de las condiciones de empleo y de trabajo de los asalariados agrícolas en el marco de la reestructuración económica. ISBN 92-2-310126-3. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1996.

nota 2
Las nueve contingencias previstas en el Convenio sobre la seguridad social (norma mínima), 1952 (núm. 102) son: asistencia mE9dica; prestaciones de enfermedad; prestaciones de maternidad; prestaciones familiares; prestaciones de desempleo; prestaciones en caso de accidente del trabajo y de enfermedad profesional; prestaciones de invalidez; prestaciones de sobrevivientes y prestaciones de vejez.