Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Nuestro impacto, sus historias

“No tenía una vida propia, ahora me siento fuerte”

Un proyecto de la OIT, financiado por Estados Unidos, aporta independencia económica a las mujeres egipcias que solían estar confinadas en sus hogares y depender de sus familias.

Reportaje | 11 de octubre de 2016
EL CAIRO (OIT Noticias) – Randa es una mujer de 36 años que desde hace muchos años vivía en la pobreza en la región del Cairo. Como no estaba casada, ella dependía económicamente de su hermano quien no quería que abandonase la casa para ir a trabajar.

“Día tras día, pasaba todo el tiempo en la casa, mi vida consistía en mirar la televisión, comer y dormir”, recuerda Randa.

Un día, una de sus amigas le habló de la posibilidad de participar en un programa de formación al empleo para trabajar en una fábrica de la confección.

La posibilidad de ser económicamente independiente era muy tentadora para Randa y decidió intentarlo.

Unos meses más tarde, ella no se arrepiente en absoluto. La formación que recibió y el primer salario que ganó como empleada en Tie, una empresa que fabrica ropa deportiva para grandes marcas internacionales, cambiaron completamente su existencia.

“No tenía una vida propia, ahora me siento fuerte”, dijo con orgullo.

Randa es una de las 16.500 mujeres que se han beneficiado del proyecto “Crear un ambiente favorable para el reconocimiento y la implementación efectiva de los principios y derechos fundamentales de la mujer en el trabajo en Egipto” financiado por el Departamento de Estado de Estados Unidos en el Gran Cairo y la Gobernación de Sharquia.

Comenzar por los conceptos básicos

“Era necesario comenzar por los conceptos básicos, ya que muchas mujeres tenían un nivel bajo de educación y nunca habían trabajado en el sector formal”, explicó Christine Hofmann, Especialista de la OIT en el desarrollo de competencias en la Oficina de la OIT en el Cairo.

Para comenzar, el proyecto ofrece una sesión de formación en el terreno de una semana, destinada a las competencias de base. Por ejemplo, las participantes aprenden la actitud que deben asumir hacia el trabajo, a trabajar en equipo, a comunicar con los diferentes grados jerárquicos y a hacer respetar sus derechos en el trabajo. Esta parte de la formación es impartida por la OIT y dos socios operativos.

A esta formación fuera del lugar de trabajo sigue una fase de formación en el lugar de trabajo que dura de uno a tres meses, ya sea en una fábrica de la confección o en una empresa de procesamiento de alimentos. Las mujeres adquieren competencias específicas para su puesto de trabajo, comienzan a conocer las diversas máquinas, reciben información sobre temas de seguridad y salud y sobre todo el ciclo de producción. Los departamentos de recursos humanos de las empresas están a cargo de esta fase.

A fin de garantizar empleo decente y sostenible, los socios operativos firmaron un acuerdo con las empresas según el cual se comprometen a firmar un contrato renovable, pagar un salario de 40 dólares durante el período de formación y un salario mínimo mensual de 110 dólares una vez completada la formación. Además, durante el período de prueba las participantes están cubiertos por un seguro colectivo.

Visitas de control regulares fueron realizadas en las fábricas, con la participación de los supervisores y de las propias mujeres, que aportaban información valiosa sobre las condiciones de trabajo en el lugar de trabajo.

Las empresas que participan en el programa están muy satisfechas de haber tenido la oportunidad de contratar a personal mejor formado.

“Las mujeres contratadas en el marco del proyecto han aprendido a enfrentar las dificultades, están más motivadas y siguen mejor las instrucciones. Ellas realmente ponen en práctica los conocimientos y competencias que han adquirido, sobre todo en el área de la comunicación”, declaró la Sra. Rabab, responsable de recursos humanos en Tie.

Reducir las tasas de deserción

“Convencer a las fábricas es la parte más fácil, están siempre necesitadas de mano de obra, la más difícil es llegar a las mujeres y retenerlas”, explicó Rehab Saad, coordinadora del proyecto FORTE, la agencia que imparte la formación para los programas de empleo en el sector textil.

La razón de esto es que la tasa de deserción de los empleados en la industria textil era muy elevada cuando fue lanzado el proyecto. Esto se debía a que algunas mujeres podían optar al programa de transferencia monetaria condicionada o a la ayuda humanitaria y entonces preferían quedarse en casa en vez que trabajar en una fábrica. Otras se retiraban apenas contraían matrimonio.

Para limitar el número de deserciones fueron adoptadas medidas específicas, como el suministro gratuito del almuerzo, transporte gratuito y servicios de guardería infantil.

Pero aún más importante, en vez de llegar a las mujeres a través de terceras partes como ONG o registros del gobierno, las participantes ahora son seleccionadas mediante entrevistas directas a fin de garantizar que las mujeres que se beneficien del programa son también las que más necesitan trabajar.

Asma, 40 años y madre de dos hijos, quien también vive en la zona del Gran Cairo, es una de ellas.

“Después del divorcio, hace 11 años, dependía completamente de mi hermano. Él se oponía a que yo trabajase en una fábrica de la confección. Pero gracias a la formación en comunicación, logré convencerlo de que era bueno para mí y para mi familia”, explicó.

Desajuste de las competencias

Este proyecto dirigido específicamente a las mujeres es un buen ejemplo de las actividades desarrolladas por la OIT para mejorar la empleabilidad de las mujeres y hombres jóvenes en Egipto."

Peter Van Rooij, Director de la Oficina de la OIT en el Cairo
“La recesión económica que se desencadenó en Egipto a causa de los cambios políticos que se produjeron a partir de 2011, ha afectado de manera especial a algunas categorías como los jóvenes y las mujeres, sobre todo debido al desajuste de competencias. Estamos colaborando con las autoridades, las organizaciones de trabajadores y de empleadores para introducir estos cambios tan necesarios. Este proyecto dirigido específicamente a las mujeres es un buen ejemplo de las actividades desarrolladas por la OIT para mejorar la empleabilidad de las mujeres y hombres jóvenes en Egipto”, declaró Peter Van Rooij, Director de la Oficina de la OIT en el Cairo.

Desde que completó su formación, Randa ha afianzado sus competencias de liderazgo y de comunicación, que le permiten ser más receptiva. Hoy día, disfruta hablar y relacionarse con otras personas. Informa con regularidad a la responsable de recursos humanos de la empresa sobre la manera de mejorar el programa. Se siente fuerte e independiente. Se inscribió en un curso de computación por su cuenta y ya no le preocupa que su hermano haya dejado de hablarle.

“No hay nada malo en trabajar en una fábrica. Al contrario, te permite alcanzar una independencia económica”, concluyó.