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Nuestro impacto, sus historias

Crisis de los refugiados: Aumento del trabajo infantil agrícola en el Líbano

Líbano acoge a cientos de miles de refugiados que han huido de la guerra en la vecina Siria, y en los últimos años ha visto aumentar el trabajo infantil, en gran medida, en el peligroso sector agrícola.

Reportaje | 12 de julio de 2016
VALLE DE BEQAA, Líbano (OIT Noticias) – Amanece por detrás de la cordillera del Antilíbano que limita con Siria. Kowsar Ibrahim, una refugiada de Alepo (Siria) de 12 años de edad, ya está trabajando en la poda de viñas. Trabajará varias horas a cambio de 6000 liras libanesas (USD 4), suma que no percibirá en su totalidad, pues deberá entregar 2000 liras en concepto de comisión a quien se conoce como “shawish”, el capataz intermediario.

Kowsar prefiere trabajar en la viña que cosechar patatas.

“Es mejor porque hay más sombra. El trabajo con las patatas se hace en pleno campo y al rayo del sol; es duro. Recojo las patatas y las coloco en sacos de 20 kg que tengo que llevar al punto de recogida”, contó.

Kowsar nunca tuvo que hacer un trabajo tan agotador en Alepo, pero desde que hace tres años huyeron de Siria al valle de Bekaa en Líbano ha tenido que ayudar a su familia.


La guerra de Siria, ahora en su sexto año, ha hecho huir de su hogar a millones de refugiados, y está sometiendo a mucha presión los mercados de trabajo, la infraestructura y los servicios públicos de los países vecinos.

En el Líbano, las autoridades han impuesto firmes restricciones al acceso de refugiados adultos al trabajo y a la residencia legal, lo cual afecta su capacidad de viajar por el país. Debido a esta situación, a la cual se suman una economía nacional en problemas y los recortes de la ayuda humanitaria, la mayor parte de los refugiados adultos no puede obtener un sustento para su familia.

La pobreza está forzando a muchas familias a depender de sus hijos para poder mantenerse."

Hayat Osseiran, consultor en materia de trabajo infantil de la OIT
“El número de niños que trabaja ha aumentado exponencialmente desde que comenzó la crisis de los refugiados sirios. La pobreza está forzando a muchas familias a depender de sus hijos para poder mantenerse”, dijo Hayat Osseiran, consultor en materia de trabajo infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“En el valle de Beqaa, una zona agrícola que acogió a gran número de refugiados, los niños y las niñas en general trabajan de obreros agrícolas.”

Ahora bien, no solo los niños sirios trabajan en los campos.

“Tendemos a creer que solo los sirios se ven afectados, sin embargo, desde el 2009 hasta el 2016, el número de niños libaneses que trabajan en la agricultura ha aumentado”, dijo Carlos Bohorquez, especialista en protección infantil del UNICEF, en alusión a un estudio sobre trabajo infantil que realizó el organismo en el país.

“El número de niños libaneses que trabajan se ha triplicado con respecto al pasado, así que los libaneses también están viéndose afectados.”

Adios escuela, hola trabajo en el campo

Los datos nacionales sobre el número de niños que trabajan son escasos, pero analizando los relativos a la asistencia escolar puede calcularse una tendencia de aumento de dicho número.

“El año pasado hubo alrededor de 10 000 estudiantes libaneses que dejaron de estudiar”, dijo Sonia Khoury, Directora del proyecto RACE (educación para todos los niños), del Ministerio de Educación y Enseñanza Superior (MEHE).

Entre los niños refugiados sirios las cifras son aún más contundentes. En la actualidad, de los 482 mil niños sirios en edad escolar, solo el 33 por ciento está inscrito en una escuela.

Para reforzar la asistencia entre los refugiados, en 2014 el proyecto RACE del MEHE habilitó un segundo turno escolar por la tarde.

“Cuatro meses después de comenzar con el segundo turno, 45 000 estudiantes habían dejado de ir a la escuela”, señaló Khoury, quien atribuyó el abandono al trabajo y a la falta de transporte escolar asequible en las zonas rurales.

Además, hay correlación entre la temporada principal de cosecha, que en el Líbano se prolonga de julio a octubre, y la asistencia escolar.

“Observamos que entre 2000 y 3000 escolares están ausentes durante ese periodo”, dijo Khoury.

Añadió que incluso aparte de la temporada principal de cosecha, los niños trabajan cada vez más en todas las etapas del ciclo de la agricultura, desde la plantación hasta el procesamiento de los productos agrícolas.

Trabajo peligroso

Kowsar no solo encuentra difícil la carga de trabajo. Dice que a menudo ha estado expuesta a pesticidas.

“Esas sustancias me provocan urticaria. A veces me engripo o tengo problemas para respirar, pues no tengo protección”, señala.

Esta exposición puede causar intoxicación y problemas de salud a largo plazo, explicó Rana Barazi-Tabbara, experta en salud pública de la American University de Beirut.

“Para los niños es especialmente peligroso, pues la toxicidad de los plaguicidas conlleva consecuencias inmediatas, que en los casos más extremos puede ocasionar vómitos o incluso la muerte. A largo plazo, los plaguicidas afectan a casi todos los órganos del cuerpo, desde los del sistema neurológico hasta el reproductivo, y pueden provocar cáncer”, puntualizó.

Concienciación

De hecho, la OIT señala que la agricultura es uno de los tres sectores más peligrosos en términos de seguridad y salud laboral, independientemente de la edad del trabajador, pues –además de las enfermedades profesionales– arroja una tasa elevada de muertes relacionadas con el trabajo y de accidentes no mortales, en gran parte atribuibles al uso de maquinaria agrícola.

Cuando el trabajo agrícola compromete el bienestar físico, psicológico o moral de un niño, ya sea debido a su naturaleza o bien a las condiciones en que se realiza, es “trabajo peligroso” y constituye una de las “peores formas de trabajo infantil”.

Para crear conciencia sobre estos peligros y riesgos, el organismo organizó una feria infantil en la ciudad de Saadnayel, en el valle Beqaa.

Los niños que participaron eran víctimas de las peores formas de trabajo infantil, dijo Osseiran, de la OIT.

“Estos niños y niñas trabajan en la agricultura en condiciones de suma dureza física, psicológica y económica. La feria fue una de nuestras iniciativas de sensibilización entre los locales y los refugiados, sobre los peligros y riesgos muy reales a los que están expuestos los niños que trabajan en la agricultura”, explicó Osseiran al cierre del evento, que se celebró justo antes del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, conmemorado en todo el mundo el 12 de junio.

“También hubo actividades de pintura y actuaciones artísticas entre los niños trabajadores y sus padres, para que pudieran expresar las tribulaciones de una vida de penurias y adversidades.”

Lagunas legales

En el Líbano, muchas veces los niños han servido de mano de obra extra en la temporada de cosecha de la aceituna y de otros cultivos comerciales.

“No todas las actividades en las que participan los niños en la agricultura se clasifican como trabajo infantil. Su participación puede ser una forma de adquirir calificaciones para el futuro, y está permitida siempre y cuando no implique perjuicios, malos tratos, ni impida la escolarización”, dijo Faten Adada, del centro de coordinación de la FAO sobre protección social.

El Decreto No 8987 de 2012 del Líbano define las modalidades de trabajo agrícola permitidas a menores.

“Especifica qué modalidades de trabajo peligroso y de trabajo agrícola no son aptas para los niños, e incluye a la agricultura familiar. Sin embargo, hay una contradicción en esta ley según la cual los niños pueden trabajar en la agricultura familiar a partir de los 10 años. Estamos trabajando con la dependencia de Seguridad General para solucionarlo”, dijo Nazha Shalita, Directora de la Unidad de Trabajo Infantil del Ministerio de Trabajo.

Mínima aplicación

Dada la mínima aplicación del Decreto a nivel nacional, los niños trabajan en la agricultura a la vista de todo el mundo.

Un problema es que el Departamento de Inspección del Ministerio de Trabajo tiene una plantilla de solo 90 personas, y únicamente hay unos 45 inspectores para controlar las prácticas laborales en todo el país. Los organismos de las Naciones Unidas y otros organismos que trabajan en la protección infantil en el Líbano dicen que hacen falta más inspectores, y que estos deberían recibir formación técnica para poder evaluar apropiadamente las prácticas de trabajo infantil.

También debería contarse con apoyo durante las inspecciones de los funcionarios de la Seguridad General, dice Elie Massoud, Jefa del Departamento de Agricultura de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Beirut. Este elemento se considera decisivo para actuar contra los intermediarios shawish.

Trabajo por servidumbre de deudas

“Necesitamos más inspectores en el Ministerio, y hemos pedido a Seguridad General que haga aplicar la ley. Hemos de mostrar a los intermediarios shawish que la ley se hace cumplir”, dijo Massoud.

Los shawish solían organizar a la mano de obra agrícola siria que venía al Líbano por temporadas antes del levantamiento sirio de 2011. Cuando comenzaron los enfrentamientos y el número de refugiados se disparó hasta llegar al millón y medio que calcula el Gobierno, los intermediarios se desplazaron a los campamentos de refugiados informales para aprovechar la abundancia de mano de obra barata y sus contactos en la agricultura.

“Quienes viven en los campos agrícolas no pagan alquiler, y se les obliga a trabajar para los shawish. Si no trabajan tienen que irse”, dice Riad Jaber, cofundador de la organización civil Beyond Association, en los asentamientos de Fayda a las afueras de Zahle.

“Se trata de trabajo por servidumbre de deudas”, explica Osseiran, de la OIT, “algo prohibido en virtud del Convenio núm. 182 de la OIT, e inadmisible según todas las normas y valores humanitarios”.

La OIT advierte que a menos que las autoridades nacionales y la comunidad internacional adopten más medidas y aumenten la conciencia pública sobre el problema, los niños seguirán siendo explotados y estando expuestos a condiciones de trabajo peligrosas, y perderán años de escolarización determinantes.

“Debería haber un esfuerzo concertado por parte del Gobierno libanés, financiado por donantes internacionales, para erradicar el trabajo infantil en la agricultura – tanto entre los refugiados como en las comunidades libanesas de acogida”, dijo Frank Hagemann, Director Regional Adjunto de la Oficina Regional de la OIT para los Estados Árabes.

“Si el problema no se resuelve, se estará fomentando una “generación perdida” en términos de educación y de desarrollo humano.”

Este material multimedia fue preparado para la OIT por: Paul Cochrane (texto) Tabitha Ross (fotografías) y Zeina Aboul Hosn (vídeo).