Argentina: Un millón de trabajadoras domésticas, entre la informalidad y la desprotección social

El 3 de abril, Argentina celebra el día nacional de las empleadas domésticas, en conmemoración de la Ley de Trabajo en Casas Particulares, promulgada en 2013. Es una fecha oportuna para recordar los desafíos y cuentas pendientes del sector que reúne al 17 por ciento de las mujeres asalariadas del país.

Noticia | 3 de abril de 2019
“Fue por recomendación de una amiga. Tendría 21 años”, dijo María Alejandra, quien hace ya una década se desempeña como empleada doméstica en la ciudad de Buenos Aires. “Empecé haciendo tareas de limpieza, la comida y prácticamente de niñera. Cuidar a los niños, darles de comer, bañarlos, hacerlos dormir la siesta y llevarlos a la plaza”, listó. Su dedicación al hogar es total. Veinticuatro horas, siete días a la semana. Cumplida su jornada, al salir del trabajo aún queda otra casa y otra familia –la suya– de la cual ocuparse.

María Alejandra es una de las 70 millones de personas –la gran mayoría mujeres– que, en todo el mundo, se dedican al trabajo doméstico. “En este rubro hay entre 70 y 80 por ciento de trabajadoras mujeres”, dijo Claire Hobden, especialista de la OIT en Ginebra. “La mayoría pertenece a grupos vulnerables, como pueblos indígenas, inmigrantes, personas que vienen de generaciones de pobreza”, agregó Hobden, quien coordina la estrategia de trabajo decente del organismo para este sector.


En Argentina las mujeres representan a más del 95 por ciento del sector. Son el 17 por ciento de las mujeres asalariadas en el país. Un trabajo que en muchos casos se inicia desde edades muy tempranas: el 5,6 por ciento de las niñas de 5 a 15 años en Argentina dedican 10 horas o más a tareas domésticas, según reveló la Encuesta de actividades de niñas, niños y adolescentes (EANNA) realizada por la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo de la Nación.

¿Pero qué consecuencias conlleva en la trayectoria laboral de esas niñas? En opinión de Elva López Mourelo, oficial en mercados de trabajo inclusivos de la OIT, “cuando se inserten en el mundo laboral, es muy probable que lo hagan en la misma actividad que desempeñan desde la infancia”. Si se suma que las tareas del cuidado les restan tiempo a estas niñas para poder asistir a la escuela y las priva de formarse para poder desarrollar otras actividades, “se construye una trayectoria dentro del sector del trabajo doméstico u otras actividades del cuidado como resultado de una elección que no fue totalmente libre”, afirmó López Mourelo.

En la mayoría de los casos, al trabajo doméstico remunerado fuera de hogar, se le suman las obligaciones del trabajo que el propio hogar de la trabajadora demanda. Se convierte así en una actividad que se realiza las 24 horas del día, los siete días de la semana. “Estamos todo el día, dejamos toda una casa bien organizada, con los chicos bien bañados, lo único que tienen que hacer es cenar e irse a dormir y nosotros tenemos que ir a nuestra casa y organizarla también”, dijo María Alejandra, trabajadora de casa particulares.

Una particularidad de esta actividad es que los empleadores suelen ser mujeres. Son quienes tienen la responsabilidad de contratar a la trabajadora doméstica y coordinar su trabajo como parte de las actividades que los roles de género fijan dentro del hogar. Son quienes se encargan de ejercerlo y quienes consultan, entrevistan y contratan al personal que quedará a cargo de su hogar.

“Uno cree que la persona que tiene una empleada doméstica tiene cierto estándar económico. Pero en realidad es una cadena enlazada de mujeres que hace posible que tengamos empleo, un ingreso, un desarrollo profesional”, dijo Pimpi Colombo, Secretaria General del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA).

El 75 por ciento de las trabajadoras no está registrada. La alta informalidad del sector contribuye a crear condiciones para el trabajo forzoso y el trabajo infantil. Acarrea una remuneración injusta y falta de derechos como vacaciones, aguinaldo, días por enfermedad y maternidad y, horarios no establecidos que a menudo limitan con la explotación. Además, estos factores se acentúan por el carácter de esta relación laboral, que suele implicar vínculos afectivos entre las partes, sumado a que muchas mujeres que contratan servicio doméstico no logran verse en un rol de empleadoras respecto a una actividad que ellas han hecho tradicionalmente como parte de su trabajo reproductivo no remunerado.

Derechos conquistados

Junto a diversas organizaciones gremiales –como la Unión de Personal Auxiliar de Casas Particulares (UPACP) y el Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA)– y el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, la oficina de país de la OIT en Argentina acompaña al sector para contribuir con su profesionalización e impulsar su transición hacia la economía formal.

“Argentina lleva varias décadas de lucha para el reconocimiento de los derechos de las amas de casa y de las trabajadoras domésticas, y de valorización de su trabajo. Desde la oficina acompañamos el proceso que dio lugar a la creación de la ley del sector y, además, acompañamos a los actores sociales en la ratificación del convenio C189”, afirmó López Mourelo.

Ese convenio, ratificado en 2014, sienta bases normativas para que los trabajadores domésticos puedan ejercer sus derechos. A su vez, la Ley de Trabajo en Casas Particulares (N° 26.844), promulgada el 3 de abril de 2013, simbolizó el cierre de un período marcado por la conquista de derechos y el inicio de una etapa enfocada a su cumplimiento.

Para Juana del Carmen Britez, Secretaria de Actas y Organización de la UPACP, la ley 26.844 marcó un cambio significativo para las trabajadoras domésticas: “Hasta 2013 sólo se podían registrar a quienes trabajaban más de cuatro horas y más de cuatro días a la semana. Con la nueva ley, cualquier trabajadora doméstica, aunque trabaje una hora un sólo día, tiene que estar registrada”, afirmó.

El SACRA también lleva años de lucha por el reconocimiento de derechos. Pimpi Colombo, su secretaria general, destacó los beneficios que implica el registro y la formalización: “Para la trabajadora significa que empieza a tener aportes, que comienza su carrera previsional para que cuando llegue a la edad pueda jubilarse, le permite tener la cobertura de salud que la obra social debe garantizarle y puede acceder a algún plan social”.

Para la OIT, que en 2019 conmemora su centenario y el 50° aniversario de la Oficina en el país, es prioritario avanzar en estrategias, normativas y políticas que permitan contribuir a la justicia social promoviendo el trabajo decente e incentivar el registro de los trabajadores domésticos, para avanzar en el cumplimiento de los derechos y fortalecer las condiciones laborales de la actividad.

“Desde la oficina hemos desarrollado un diagnóstico comprensivo que ha permitido entender las particulares del sector en el país, además de trabajar en la promoción del diálogo social”, afirmó Pedro Furtado de Oliveira, director de la Oficina de la OIT para la Argentina. “Gracias a estos diagnósticos y al fortalecimiento del diálogo social se han desarrollado manuales de capacitación, campañas de sensibilización, entre otras iniciativas y materiales, incluyendo la Guía para trabajadoras y empleadores, que ha sido reconocida como buena práctica en el marco de las Reuniones de Ministras de la Mujer del MERCOSUR”, agregó.

De esta manera, pese a que Argentina logró avances significativos para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas e incluirlas en el marco de la protección social, todavía persisten problemas por resolver. Jerarquizar la profesión, reducir la informalidad y expandir los derechos laborales: son tres puntos clave del desafío que el gobierno, los empleadores y los trabajadores deben abordar desde el diálogo social.