Serie Panorama Laboral 2021

Biodiversidad y trabajo decente en América Latina y el Caribe

En la región 64 millones de empleos son generados directamente o indirectamente por la biodiversidad y los bienes naturales. Hay un nexo ineludible entre ambiente y trabajo que debe conducir hacia una transición justa con más y mejores empleos verdes, dice nuevo informe regional de OIT.

Noticia | 15 de diciembre de 2021
Lima – América Latina y el Caribe es una de las regiones más ricas en biodiversidad en el planeta, pero enfrenta un escenario de degradación ambiental que afecta directamente la productividad de muchos sectores que dependen de la naturaleza y que resultan fundamentales para la economía, los ingresos fiscales y el empleo, destaca una nueva publicación de la OIT.

El informe sobre “Transición justa y empleo verde en el marco de la protección de la biodiversidad en América Latina y el Caribe”, realizado en el marco del Programa Empleos Verdes de la OIT, busca contribuir a una mejor comprensión acerca de los vínculos entre la protección de la biodiversidad y el mundo del trabajo en la región, tanto en términos cuantitativos como cualitativos y desde un enfoque de transición justa.

“En materia de participación laboral, se calcula que el trabajo de alrededor de 64 millones de personas (19 por ciento de los empleos en la región) se basa directa o indirectamente en la biodiversidad y los bienes naturales, con el sector agropecuario y las industrias afines a la cabeza, pero también tienen peso la pesca y la acuicultura, el turismo, la producción de pulpa y pasta de papel”, dice el documento.

“Los impactos derivados del deterioro de los ecosistemas sobre estos sectores podrían resultar en la destrucción de tejido productivo en la región. Considerando la fragilidad de los sistemas de protección social y la gran incidencia del trabajo informal en la mayoría de los sectores mencionados, es previsible que esto termine generando importantes efectos negativos sobre el empleo y un aumento de la pobreza, la informalidad y la desigualdad”, agrega.

El informe agrega que la fragmentación de hábitats, la invasión de áreas silvestres, el cambio de uso del suelo, la extracción de bienes naturales a tasas insostenibles y los modelos energéticos y de producción contaminantes, son factores que han producido y continúan produciendo profundos desequilibrios en el funcionamiento de la naturaleza.

Cada uno de estos factores que, por sí solo, tiene consecuencias ecológicas y sociales importantes que afectan, muy especialmente, a las poblaciones y países más empobrecidos. Combinados, se potencian y retroalimentan, aumentando la incertidumbre y la inseguridad –alimentaria, hídrica, energética, laboral y de ingresos.

Frente a este escenario el desafío de lograr un desarrollo sostenible con crecimiento inclusivo y mayor prosperidad requerirá de transformaciones importantes, argumenta este informe, que deberían estar fundamentadas en el concepto de transición justa.

“Transición justa es asegurar que en el camino hacia sociedades más sostenibles no quede nadie atrás”, añade el texto. “La transformación hacia economías y sociedades más sostenibles puede también ser una fuente de nuevos puestos de trabajo decentes y que sean más respetuosos con la naturaleza, lo que la OIT conceptúa como empleos verdes”.

Este concepto fue abordado en la reciente reunión de partes COP26, donde se suscribió el Pacto Climático de Glasgow, que en su párrafo 52 reconoce explícitamente “la necesidad de garantizar transiciones justas que promuevan el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, y la creación de trabajo decente y empleos de calidad”.

Es fundamental transformar los sectores que son impulsores de la pérdida de biodiversidad hacia prácticas y formas de producir más sostenibles, pero es crucial que en dicha transformación se asegure la protección de todas las personas que podrían verse afectadas y se generen los mecanismos para hacer de la transformación una oportunidad para mejorar las condiciones de vida, los ingresos y el acceso a puestos de trabajo decentes, argumenta el nuevo informe regional de OIT.

El informe analiza por separado la situación y perspectivas de sectores que están fuertemente vinculados a la biodiversidad y son importantes generadores de empleo, como el agropecuario, el pesquero, el forestal y el del turismo.

América Latina y el Caribe representa casi 15 por ciento de las tierras continentales del planeta, y alrededor de 9 por ciento de la población mundial, concentrada principalmente en áreas urbanas. La región está compuesta por 33 países con características y realidades muy diversas, y con marcadas diferencias entre subregiones.

Se estima que la región alberga la quinta parte de la superficie mundial de bosques, alrededor del 60 por ciento de la vida terrestre del planeta, y a varios de los países más biodiversos del mundo, además del 31 por ciento de los recursos de agua dulce de la tierra, aunque con una distribución muy desigual y áreas que sufren un estrés hídrico severo, dice el documento, que fue realizado por Laura Maffei, colaboradora de OIT.

El documento concluye con una serie de recomendaciones para avanzar por el camino de la transición justa, entre las que destacan:

Mejorar la comprensión acerca de la interdependencia entre ambiente y trabajo por parte de todos los actores del mundo laboral para facilitar una identificación más ajustada de los desafíos que les son propios y motivarles a asumir un rol más activo en los procesos de decisión.

Asegurar la coherencia entre políticas laborales, ambientales y otras áreas clave, a fin de generar un ambiente propicio para la transición y una mejor integración de los temas de biodiversidad en las demás áreas de políticas.

Aumentar la participación de las áreas de trabajo y producción en los procesos nacionales vinculados a la agenda de biodiversidad, para dar mayor visibilidad y profundizar el abordaje de los temas relacionados con el mundo productivo y laboral.

Mejorar la inclusión laboral de las personas y comunidades cuyo trabajo y medios de vida dependen de los sectores clave para la protección de la biodiversidad.

Fortalecer las capacidades de todos los actores del mundo del trabajo para mejorar sus contribuciones en los procesos de toma de decisión y de implementación de políticas, tanto en materia ambiental como laboral.

Incluir la dimensión ambiental en los procesos de diálogo social para identificar y anticipar tempranamente posibles impactos sobre el mundo laboral, ya sea de los cambios ambientales proyectados o de las medidas para hacerle frente.

Asegurar la representación de las personas y empresas que trabajan dentro de la economía informal en los procesos de diálogo social como una forma de garantizar que sus necesidades y miradas estén presentes en los procesos de negociación y decisión.