Comisión de los Trabajadores Domésticos: Sra. MOORE (trabajadora, Barbados, hablando en nombre de la Vicepresidenta trabajadora de la Comisión de los Trabajadores Domésticos)

Declaración | Genève | 16 de junio de 2011

Quisiera empezar reiterando, en nombre del Grupo de los Trabajadores, nuestro más sincero agrade-cimiento a todos aquellos que han hecho posible que hoy estemos presentes aquí, lo que será recordado como un momento histórico, un verdadero hito en la labor de esta casa y en la vida de los trabajado-res domésticos de todo el mundo.

En especial, quisiéramos que dejar constancia de nuestro agradecimiento al Presidente de nuestra Comisión. Con sus excelentes competencias y su gran sentido del humor, ha conseguido dirigir el trabajo de nuestra Comisión en esta 100.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, y nos ha llevado a buen puerto.

Quisiéramos también expresar nuestro agradecimiento a los gobiernos, trabajadores y empleadores y al personal de la OIT por hacer posible que hayamos podido presentarles para su adopción estos instrumentos que nos hacen sentir orgullosos del arduo trabajo que hemos realizado durante los últimos dos años. También deseamos agradecerles a nuestros intérpretes, a los técnicos, a los investigadores, y a todos en general.

En el primer debate de este punto del orden del día durante la 99.ª reunión, el Grupo de los Emplea-dores se opuso a la propuesta que apoyaban el Grupo de los Trabajadores y muchos gobiernos, a saber, un convenio complementado por una recomendación.

Este año, con el extraordinario liderazgo del Sr. Paul Mackay y con el apoyo de la Secretaría y del Grupo de los Empleadores, fue evidente que su de-clarado compromiso respecto del pragmatismo y la realidad también los condujo a aceptar que hasta ahora los trabajadores domésticos habían permanecido invisibles y, en general, sin ningún tipo de protección.

Personalmente, quisiera agradecerle a nuestra Presidenta, la Sra. HalimahYakob, que nos ha proporcionado un extraordinario liderazgo en estos últimos dos años. Ha debido ausentarse más temprano por motivos personales, pero hoy me siento verdadera-mente honrada de que la Sra. Yakob, la secretaría del Grupo de los Trabajadores y, por supuesto, mis colegas de la Comisión, me hayan concedido el honor de dirigirme a ustedes en su nombre.

Recordemos que en el comienzo de nuestros de-bates sobre el Informe titulado: Trabajo decente para los trabajadores domésticos, existió un amplio consenso en el sentido de que ese debate tendría que haberse celebrado hacía ya mucho tiempo, puesto que ese llamamiento a establecer una normativa para proteger a los trabajadores domésticos se re-montaba a 1965.

También fue evidente que la tarea que teníamos por delante no iba a ser fácil, y que por lo tanto el debate sería bastante complejo y posiblemente también muy emocional.

Tales apreciaciones fueron correctas. Sin embargo, ahora podemos estar orgullosos de que, como fruto de un diálogo constructivo, un trabajo decidido y un amplio espíritu de cooperación, hoy hemos ganado todos.

Todos somos ganadores porque con la adopción de este informe, y el voto a favor de los instrumentos que tenemos ante nosotros, habremos cumplido una misión de carácter histórico: la de conseguir que el trabajo decente para todos no sea un mero lema, sino un verdadero programa de trabajo integrador, que abarque también a los trabajadores domésticos.

Asimismo, habida cuenta de que las mujeres y las mujeres jóvenes en particular, componen la mayor parte de la mano de obra doméstica del mundo, es-tamos felices de que nuestro trabajo de los dos últimos años se ciña a los objetivos de esta Organización, esto es, permitir la adopción de medidas y de soluciones proactivas encaminadas a reducir las diferencias de género.

Los instrumentos que tenemos ante nosotros son sólidos, prácticos y muy humanos y tienen un potencial inmenso para hacer que los trabajadores domésticos salgan de las sombras. Dan un rostro visible a todos esos trabajadores que han sido invisibles durante tanto tiempo, que hasta hace poco ni siquiera eran tenidos en cuenta en las estadísticas, y van a permitir la inclusión de los trabajadores domésticos en el Programa de Trabajo Decente.

En el Convenio se pide a los Estados Miembros que tomen medidas para promover los principios y derechos fundamentales en el trabajo. Hemos prestado especial atención a la aplicación de los Convenios núms. 87 y 98, pues consideramos que en ellos se consagran los derechos básicos que permiten establecer las bases para el logro de otros derechos así como de mejores condiciones de trabajo.

La libertad sindical y la negociación colectiva son fundamentales para la estabilidad en el empleo de los trabajadores domésticos y por tanto proporcionan una posibilidad de que las familias de los trabajadores puedan salir de la pobreza. Por último, habrán de tener derecho al mismo tipo y estilo de vida a los que pueden acceder otros trabajadores y otras familias en nuestras sociedades.

En lo que respecta a las condiciones de trabajo, los instrumentos propuestos, prevén la protección del horario de trabajo y la extensión de los salarios mínimos para así abarcar también a los trabajadores domésticos en aquellos Estados Miembros en los que exista dicha cobertura. También se establece que los trabajadores domésticos deberán disponer de períodos de descanso y de contratos de empleo por escrito. En los casos de los trabajadores migrantes, el contrato tiene que concluirse antes de que el trabajador deje el país en el que ha sido contratado para ir a trabajar a otro. No obstante, cabe reconocer que esta disposición contiene una serie de condiciones que permiten la libertad de movimientos cuando existan acuerdos bilaterales, regionales, multilaterales en tal sentido.

Durante nuestros debates se planteó cierta inquietud con respecto a la inclusión de un artículo para proteger contra las prácticas abusivas a los trabaja-dores domésticos contratados por medio de agencias privadas. Esta inquietud se planteó principalmente por el hecho de que el Convenio sobre las agencias de empleo privadas, 1997 (núm. 181) todavía no ha sido ratificado ampliamente.

No obstante ello, a través de un diálogo constructivo se consiguió llegar a un acuerdo y estamos muy satisfechos con el resultado del texto, que ahora re-coge una formulación aceptable para las tres partes.

El Convenio otorga protección social a los trabajadores domésticos al prever la adopción de las medidas necesarias para preservar su salud y seguridad. Por otra parte, en se reconoce que todos los trabajadores domésticos tienen derecho a un entorno de trabajo seguro y saludable. También se dispone que los millones de mujeres que trabajan en todo el mundo en el sector doméstico sin poder gozar del derecho a una licencia por maternidad, tengan acceso a los mismos beneficios que el resto de las trabajadoras en sus respectivos países. Así, estos instrumentos constituyen una herramienta para la integración social de los trabajadores domésticos.

El Grupo de los Trabajadores se felicita por haber podido llegar a un acuerdo respecto de la inclusión de mecanismos de supervisión a través de las inspecciones de trabajo. Estas disposiciones reconocen la necesidad de respetar la privacidad de las familias y de los hogares. Durante los debates pudimos citar muchos ejemplos de países en los que ya existen sistemas de inspección del trabajo que les permiten garantizar que los trabajadores domésticos pueden disfrutar de sus derechos.

A lo largo de nuestros debates, estuvimos de acuerdo con el Grupo de los Empleadores y con varios gobiernos, en que si bien los instrumentos tenían que ser prácticos, también teníamos que in-tentar evitar que el Convenio fuera demasiado prescriptivo. Teniendo esto presente, se consiguió llegar a un consenso sobre algunas medidas, como por ejemplo las relacionadas con la protección social, que podrán ir aplicándose de manera progresiva, siempre y cuando haya un diálogo social.

En nuestra opinión, estas disposiciones no sólo no debilitan el texto, sino que con ellas se toman debidamente en cuenta las diferentes realidades y situaciones imperantes en cada Estado Miembro. Por otra parte, el Grupo de los Trabajadores también se congratula por respaldar la resolución propuesta por la Unión Europea, en la que se prevé que la OIT desempeñará una función fundamental a la hora de promover una amplia ratificación de este Convenio y la eficaz aplicación de la Recomendación. Asimismo, se solicita a la OIT que promueva la creación de capacidades para garantizar un trabajo decente para los trabajadores domésticos.

Por tanto, en lo que respecta a la adopción o la ratificación de estos documentos los países no necesitan formularse preguntas: como «deberíamos» o «por qué», sino que más bien deberían preguntarse «cómo» y «cuándo» ratificar estos instrumentos. En efecto, entendemos que en algunos países tal vez sea preciso realizar reformas antes de proceder a su ratificación y aplicación, pero mientras tanto ¿por qué no contribuir a que la OIT pueda contar con estos instrumentos para así concretar la idea de justicia social que todos compartimos?

Asimismo, mientras consideran cuál será su postura en la votación de mañana, el Grupo de los Trabajadores quisiera llamar su atención sobre el hecho de que muchos de nosotros en este Grupo también somos empleadores de trabajadores domésticos, y que no podríamos hacer nuestra vida sin las labores que desempeñan quienes trabajan en nuestros hogares. Muchos de nosotros ya nos hemos comprometido a hacer realidad el trabajo decente en nuestras propias casas. Reconocemos la necesidad de respetar la dignidad humana de una categoría de trabaja-dores con cuyas contribuciones tan valiosas se construyen hogares, comunidades y sociedades.

A lo largo de todos nuestros debates se ha compartido la opinión de que lograr el trabajo decente para los trabajadores domésticos es la principal vía para conseguir que salgan de la pobreza y disfruten de una mayor autonomía para poder materializar su potencial económico y social. Por tanto, entendemos que la adopción de estos instrumentos es un paso importante para lograr la justicia social, ya que representan una inversión muy positiva en millones de familias, lugares de trabajo y comunidades.

Con estos instrumentos que proponemos hemos sentado unas bases sólidas pero, como ya saben, aún queda mucho por hacer. El Grupo de los Trabajado-res es perfectamente consciente de que mañana, una vez que hayamos dotado a la OIT con estos instrumentos, nuestra siguiente tarea será asegurarnos de que las legislaciones nacionales, sus reglamentaciones y los convenios colectivos se inspiren en este consenso que hemos conseguido. Más importante aún, estos instrumentos se limitan a establecer normas mínimas que, por tanto, tenemos que perfeccionar mediante un diálogo constructivo, de manera análoga a como lo hemos hecho durante las últimas dos semanas en nuestra propia Comisión.

Se suele decir que siempre es buen momento para hacer lo que hay que hacer, y efectivamente, ahora ha llegado el momento de asegurarnos de que adoptaremos estos instrumentos y de ayudar a esta Organización a avanzar en su misión de crear trabajo decente para todos. Por lo tanto, opinamos que mañana haremos historia no sólo en la OIT, sino también en la vida de millones de trabajadores domésticos y de sus familias en todo el mundo. Se puede retrasar la dignidad, pero no se la puede negar.

Los millones de trabajadores domésticos de todo el planeta confían en nosotros. Por eso y con el voto que ustedes emitirán mañana, habremos de finalizar esta 100.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo con un voto mayoritario que haga saber al mundo que creemos en la OIT, que estamos preparados a predicar con el ejemplo porque defendemos lo que es justo. Demostremos el orgullo que todos compartimos de ser parte de un proceso que constituye un testimonio de nuestro compromiso con la dignidad humana, la justicia social y el trabajo decente para todos.